Jonathan Safran Foer, autor de «Aquí estoy»
Jonathan Safran Foer, autor de «Aquí estoy» - ÁNGEL DE ANTONIO

Jonathan Safran Foer: «Lo más difícil en el amor y en la literatura es mantener el interés en el tiempo»

En once años muchas cosas han pasado en la vida del escritor estadounidense: dos hijos, un divorcio y su tercera novela, «Aquí estoy», que esta semana se publica en España

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Hay veces en las que simplemente necesitas parar, tomarte un respiro. Nos pasa a todos. También a los escritores. Incluso a Jonathan Safran Foer (Washington D. C., 1977). En apenas cinco años, los primeros del 2000, se convirtió en una «rock star» de la literatura. Avalado por la crítica, y con el respaldo de Joyce Carol Oates, su mentora, llegó a tocar el cielo mediático y editorial. Y ya se sabe que allí las miradas que recibes son casi siempre recelosas, y en ocasiones envidiosas. Su matrimonio con Nicole Krauss (Manhattan, 1974) fue la puntilla que le puso en el disparadero. Y ya se sabe que allí es difícil escribir. Por eso tuvo que parar. Aislarse. Vivir. Por eso han tenido que pasar once años para que publique una nueva novela, «Aquí estoy» (Seix Barral), que esta semana llega a las librerías.

Es su primera novela en once años, un periodo muy largo para un escritor. ¿Por qué ha esperado tanto tiempo?

No me ha parecido que hayan sido once años. Fue simplemente como si sintiese que la vida pasaba. Alguna vez me ponía muy nervioso y me decía: «Dios mío, ¿qué está pasando?». En mi vida pasaron muchas cosas: escribí no ficción, tuve hijos... Podría señalar varias cosas que también ocupaban mi tiempo, pero no creo que sea la verdad. La verdad es que no había algo que me interesase lo suficiente, nada que atrajese mi atención. Tenía tiempo más que suficiente para escribir, pero no tenía un tema. Este libro lo escribí más rápido que otros, pero tardé mucho más tiempo en empezar a escribirlo, en estar en disposición de sentir eso, de tener algo que quería.

Me pregunto si hay, realmente, un momento concreto en el que un escritor decide que un tema le interesa lo suficiente para escribir una novela.

Creo que hay muchos momentos así. Hace poco hice un viaje en barco con mis hijos y no sabía mucho de navegación, pero nos dieron una pequeña orientación antes. Al enseñarnos a hacer nudos, me preguntaron si sabía hacer un nudo; dije que no y me recordaron un dicho: «Si no sabes hacer nudos, haz muchos». Es decir, que si no sabes hacerlo bien, tienes que hacerlo mal muchas veces. Escribir un libro es hacer muchos nudos. No creo que tenga más conocimientos ahora que cuando empecé. Es un proceso torpe, poco eficaz y poco elegante, pero si lo hago durante suficiente tiempo… Estoy abierto a muchos comienzos y a muchas paradas.

¿Qué recuerda del proceso de escritura de la novela?

Distintas cosas. Estaba trabajando en un programa de televisión y lo dejé para trabajar en mi novela. Ese fue uno de los puntos de inicio importantes. Recuerdo que no había trabajado en una historia desde hacía mucho tiempo. Recuerdo que estaba en un viaje en Israel y, quién sabe por qué, me interesé por los terremotos. Fueron distintos momentos que contribuyeron a que naciese mi interés. Una de las cosas difíciles de escribir es mantener el interés; no es construir buenas frases o crear personajes creíbles. Esas cosas son difíciles, pero no es lo más difícil. Lo más difícil es interesarse a lo largo del tiempo. Es difícil de hacer en el amor y es difícil de hacer en la literatura.

Nunca lo había pensado así, es una buena comparación...

Sí.

¿Qué historia quería contar?

Quería escribir sobre el hogar, sobre las decisiones difíciles, sobre las escalas de la vida, cuando las cosas pequeñas parecen grandes y cuando las cosas grandes parecen pequeñas. Quería escribir sobre qué puede suceder para que la gente experimente ese alejamiento, si hay alguna razón, o llegar a entender por qué ocurre a medida que ocurre. Si tuviese que decir un tema, sería el hogar.

Ni siquiera me doy cuenta ahora. Estoy de acuerdo con usted, pero siento curiosidad por saber qué piensa, porque para mí ha sido un proceso muy lento. En cambio, usted abrió el libro y vio el cambio.

Sí. Es un cambio diferente para el escritor y para el lector

¿Qué cree que la hace tan diferente?

Es una novela mucho más personal. No estoy diciendo que sea autobiográfica. Usted está más presente, le reconozco en casi todas las páginas...

Estoy de acuerdo, pero es algo extraño, porque no me conoce.

Cuando leo una novela descubro a la persona que ha escrito esa historia y, hasta cierto punto, llego a conocerla. ¿Sabe a qué me refiero?

Sí.

No es una novela política, aunque mucha gente dirá que sí.

Sí, así es. Es interesante ver cómo lee la gente. Hay quien me ha preguntado por qué he escrito un libro político; otras personas, como usted, me dicen que no creen que sea político. Yo tampoco creo que lo sea. Lo que me parece interesante es que la gente hace hincapié en cosas distintas. Estoy contento porque quería que el libro no tuviese un argumento, sino muchos. Quería que estuviese repleto de voces, de perspectivas y, al mismo tiempo, que fuese sobre temas importantes. Quería que estuviese relacionado con preguntas importantes como quién soy, por qué soy esta persona y no otra, si soy una persona parecida o distinta de la persona que quería ser, dónde estoy, dónde me siento integrado, si existe algún lugar así...

El título, tomado de lo que Abraham le dijo a Dios, es una hermosa forma de describir las contradicciones que nos definen y determinan nuestro comportamiento.

La frase está muy presente en el libro, pero no supe que quería que fuese el título hasta el final. Todo el mundo tiene distintas versiones de estas paradojas de la identidad, tanto si es un padre como un profesional. No he conocido a nadie que sea capaz de hacer las dos cosas simultánea y exactamente como quiere. Siempre tienes que dar un poco y ceder un poco, tienes que transigir. O la paradoja de tener valores distintos en momentos distintos. Para algunas personas es tener valores religiosos y seculares. Hay personas que consideran una paradoja estar casados, porque además de ejercer como marido o mujer también quieren ser personas. La mayoría de nuestras experiencias con las paradojas no son destructivas, sólo forman parte de la vida, y somos capaces de vivir con ellas hasta que hay una crisis que nos obliga a tomar una decisión.

Hay un momento en el que Jacob, el protagonista, reflexiona sobre la serie que está escribiendo; dice que si alguien le preguntase si es autobiográfica, diría que no es su vida, pero que es él. ¿Existe el mismo paralelismo entre su vida y esta novela?

Quizás. Los hechos del libro no se corresponden con hechos de mi vida. Como dijo antes, y me gustó cómo lo dijo, es muy personal, y estoy más presente en este libro que en otros. No es que me asocie más con Jacob que con otros personajes, pero la forma en que las voces funcionan juntas me parece una expresión más personal que todo lo que he escrito antes.

Ahora que lo pienso, Jacob es judío, es escritor, está divorciado...

Sí.

Estoy bromeando [reímos]

Es evidente que hay similitudes [vuelve a reír].

¿Qué significa ser judío en Estados Unidos hoy en día?

No lo sé.

Se lo pregunto porque en la novela se evidencia el contraste entre ser judío en Estados Unidos y ser judío en Israel.

Sí, pero no hay un solo tipo de judío estadounidense, ni un solo tipo de judío israelí. Son dos modelos. Son dos formas de pensar sobre los diferentes caminos que siguieron los judíos después de la guerra y la forma de entender las identidades. Una es muy fuerte y determinada, y la otra es más asimilada e intelectual. Hay cosas que ambos rechazan del otro y cosas que ambos anhelan.

Sí. O a menudo sí, como decía de las paradojas con las que vivimos. Es una decisión vivir con algunas de ellas. Es una decisión no abordar los problemas. Es un tipo de falta de decisión. Otro tipo de falta de decisión es acabar con tu vida; decidir que te has quedado sin decisiones es una decisión.

Hablando de decisiones, ¿cómo ha cambiado usted desde que iba a clase en Princeton con Joyce Carol Oates?

Tendría que preguntarle a otra persona. No lo sé. Las circunstancias de mi vida han cambiado mucho. Es difícil distinguir los cambios en mi vida y en mí como persona. Pero creo que soy mucho más paciente, conmigo mismo, con los demás, con los procesos. Se podría decir que en mis dos primeras novelas hay cierta falta de paciencia. No digo que sea algo malo o bueno. Tenía unas urgencias distintas y esas urgencias se expresaban con grandes gestos de estilo, con grandes imágenes, con grandes voces. Este libro tiene más lentitud para que la vida doméstica sea más precisa y detallada.

Entonces tenía 25 años, no podía ser paciente.

Por otra parte, tenía 25 años, por lo que podía ser paciente. Ahora, cuanto más viejo te vuelves, menos tiempo tienes. Así es la vida.

¿Fue bueno tener tánto éxito tan joven, tan pronto?

Hay cosas buenas y hay dificultades, pero si supone algún problema es un problema que es bueno tener. Soy el escritor más afortunado que conozco.

¿Y ha llegado a encontrar su propia voz?

No sé lo que eso significa exactamente.

¿No cree en la voz de un escritor?

No. Creo que las voces cambian a lo largo del tiempo. Cuando escribí mi primer libro, pensaba que había encontrado mi voz, sea lo que sea lo que eso signifique. Y con este libro, pienso lo mismo.

No, no realmente.

¿Por qué?

No creo que escribir sea una forma de escapar de la vida o una forma de acercarse a la vida.

Entonces, ¿qué es escribir?

Es un lenguaje único para expresarse. Es una forma de ser cuidadoso con algunas ideas, de entender algunas cosas que no puedo entender de ninguna otra manera. Es una forma de saber lo que pienso y lo que siento. No es necesariamente más preciso, pero es singular, diferente. Hago muchas lecturas en los institutos y les digo a los alumnos que deberían escribir libros, no que deberían esforzarse por ser escritores. Muchas cosas de la vida sólo pueden existir dentro de un contexto. Es una de las cosas que he experimentado como padre. Los niños te hacen preguntas sorprendentes. Muchas veces no he sabido dar una respuesta fácil a preguntas muy importantes, como si creo en Dios. Esa pregunta no sale en las conversaciones que tengo con amigos. Pero si tienes hijos, crean un contexto para ese tipo de preguntas. Por tanto, escribir crea un contexto para todo tipo de pensamientos, sentimientos, formas de expresión y de inspiración que de otra manera no tendrían contexto.

Por tanto, es una forma de vida...

Sí, por supuesto. Publicar es algo totalmente diferente. David Foster Wallace solía decir que escribir era un antídoto contra la soledad. No sé si lo diría así, pero entiendo lo que quiere decir, y estoy de acuerdo. Es encontrar conexiones con otras personas y reconocer que las cosas que sentías a menudo te alejaban de los demás.

A lo largo de todo este tiempo, ¿ha llegado a dudar de su capacidad como escritor?

Todos los días. Todo el tiempo. Eso no me hace único. Todos los escritores que conozco tienen muchas dudas, parece que forma parte de la tarea.

¿Y cómo se lucha contra eso?

Simplemente escribiendo más. De verdad. Es como un avión que entra en una zona de turbulencias o en una tormenta: la única salida es atravesarlas. Ni siquiera es una estrategia, no se puede hacer otra cosa. Puedes pararte, es una posibilidad.

¿Considera que parar de escribir es una opción?

Lo es, a veces lo es. A veces me tomo un descanso. Nada me hace sentirme más satisfecho. Gran parte del libro trata de qué es el hogar para algunas personas y dónde se sienten como en casa. Yo me siento así dentro de una novela. Siempre quiero intentar volver y sentirme cómodo dentro.

Parece que se ha retirado. Veremos... Creo que la gente a veces se harta. Ha trabajado toda su vida y ahora quiere hacer lo que cree que hay que hacer a continuación.

No puedo creer que Philip Roth no escriba nada.

Es difícil creerlo. Pero, por otra parte, es difícil creer que haya escrito tanto...

En la novela también reflexiona sobre cómo la tecnología está ocupando cada vez más espacio de nuestra vida personal. ¿Qué piensa del riesgo que eso supone, no sólo para nuestro futuro, sino para el futuro de nuestros hijos?

La tecnología cambia continuamente. Por tanto, hablar del papel de los correos electrónicos en el futuro de mis hijos es como hablar del telegrama. Habrá nuevas tecnologías que nos asustarán, y habrá otras tecnologías que nos asusten menos y sean menos invasivas. La mayoría de los padres son mejores observadores de sus hijos que de ellos mismos.

¿Pero estamos perdiendo la capacidad de vivir una vida real?

No, no creo. No estoy seguro de qué significa la vida real. Siempre está cambiando. Simplemente queremos asegurarnos de que las definiciones se ajustan a nosotros.

La novela también está llena de humor. Logra decir cosas que no se podrían decir de otra manera. Es como si hubiese elegido el humor para luchar contra la seriedad.

Sí. Visto así, es como si quisiese que el libro reflejase la misma plenitud que la vida, y la vida está llena de ambas cosas.

Se lo pregunto porque no sé si la sociedad es consciente de la importancia del humor...

Supongo que la pregunta es con cuánta seriedad se toma la gente las cosas que son divertidas. Creo que es una forma muy útil de hablar de cosas que son sensibles. Puede ser una forma directa de incomodar. Está en todos mis libros, y cada vez que he intentado escribir sin ello he empezado a sentirme incómodo.

Ha escrito una novela sobre el significado del hogar, pero... ¿qué es el hogar para usted?

Me lo pregunto todo el tiempo. Tengo una superstición: siempre que estoy en un avión enumero las cosas que me gustan de la vida. Me digo que si hay alguien escuchando interesado en estrellar el avión podría querer salvar a las personas que aman sus vidas. La gente que está deprimida no usaría tanta energía… Esta mañana estaba en un avión y me preguntaba cuáles son los sitios en los que me siento como en casa. Tengo todo tipo de respuestas, pero una de ellas es la razón por la que estaba en el avión, que era la publicación del libro. Este libro fue una especie de hogar para mí, pero no sé si puede seguir siéndolo. Fue un lugar en el que, pese a los conflictos y las fricciones, lograba descansar.

¿Y qué vendrá después?

Lo siguiente será otra novela, pero dentro de un tiempo.

¿Once años?

Espero que no [reímos ambos].

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