ARTE

Francesc Torres y el acto de coleccionar

Tanto tienes, tanto vales: Francesc Torres convierte la torre del MACBA en una especie de cápsula del tiempo que interroga sobre el coleccionismo

Detalle de una de las estanterías de «la cápsula» de Francesc Torres

ANNA MARIA GUASCH

Todo el mundo colecciona. Algo más o menos valioso. Una y otra vez. Una y otra vez. En ocasiones conscientemente y con una estrategia a largo plazo; otras sin premeditación. Pero, ¿qué le ocurre al objeto una vez es escogido, coleccionado, empaquetado, almacenado, depositado o indexado? Esta sentencia con la que se abría el catálogo de la que puede considerarse una de las primeras exposiciones de «archivo» (la titulada Deep Storage. Collecting, Storing and Archiving in Art ), ilustra muy bien el paradigma de «artista como coleccionista» que deriva del proyecto de Francesc Torres (Barcelona, 1948) en el espacio expositivo habilitado en la torre del edificio del MACBA, obra del arquitecto Richard Meier.

Entre el pasado y el futuro

Y la pregunta que se nos impone ante la visión de los más de 3.500 objetos acumulados (entre documentos, juguetes y materiales diversos; desde restos del legendario «meublé» La Casita Blanca en la Ciudad Condal hasta la puerta abollada de un taxi barcelonés) que se organizan en cinco torres metálicas que funcionan como una red, gracias a las distintas pasarelas que las unen, es la siguiente: ¿Qué es lo más importante para Francesc Torres: recordar y documentar el pasado o preservarlo para el futuro? ¿O se trata de ambas cosas a la vez? Y, en último término, la propuesta nos plantea cuál es la relación entre colección (claramente esta exposición está más cerca de la colección que del archivo) y el arte.

La campana hermética. Espacio para una antropología intransferible resume esta condición paradójica del acto de archivar o coleccionar, en la que no sabemos si lo más importante es la pasión por acumular objetos de un pasado con claros rasgos autobiográficos, o la de crear una obra artística sobre el tiempo, la memoria... O el miedo al futuro.

Quizás en este sentido, lo más interesante de esta nueva propuesta de Francesc Torres -que a su finalización será donada a la colección permanente del MACBA- es precisamente su carácter paradójico: una huida desde lo personal y autobiográfico a una doble reflexión sobre la memoria (cosas guardadas como recuerdos) y a la Historia (cosas salvadas como información) . Y ello bajo una noción de almacenamiento, que, lejos de simular el estudio del artista (como puede ocurrir en otras iniciativas anteriores, como en el caso de Claes Oldenburg), se muestra formalmente cercana a un gabinete de curiosidades ( Wunderkammer ), sobre todo por el énfasis puesto en la acumulación y un cierto carácter enciclopédico.

Y aquí sí que Francesc Torres se consuma no ya como un compulsivo coleccionista, sino como un artista que conoce bien el manejo de lo escenográfico, del espacio, el empleo de la luz y los ambientes , para, en último término, focalizar la atención en el objeto, o mejor, los múltiples y dispares objetos coleccionados por el artista.

El objeto se libera así de su función y asume un carácter relacional, que tan pronto busca el diálogo con otros objetos como su vinculación con el museo como espacio de intercambio. Y todo ello sin una pizca de nostalgia , siempre entendiendo la memoria como un lugar «sensible» entre el yo y el otro, entre lo individual y lo colectivo.

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