Uno de los muebles de la muestra «La obra maestra de Rietveld»
Uno de los muebles de la muestra «La obra maestra de Rietveld» - ABC
DISEÑO

¡Feliz Centenario De Stijl, señor Rietveld!

Hablar de De Stijl es hacerlo del diseñador y arquitecto Gerrit Rietveld. Su icónica casa en Utrecht, hoy museo, es el epicentro de los actos que conmemoran el centenario del movimiento

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A principios de los años ochenta, un amigo que terminaba sus estudios de diseño en Londres se presentó y tocó el timbre de la icónica casa Rietveld Schröder, diseñada por su ídolo el maestro Gerrit Rietveld en Utrecht. Para su sorpresa, le abrió la puerta la mismísima señora Schröder –entonces nonagenaria–, que primero le recriminó que se atreviera a llamar a una residencia privada y después se compadeció de ese estudiante devoto, al que dejó pasar a echar un vistazo.

Por suerte, hoy la casa está considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y se puede visitar, lo cual en este año en el que se celebran los 100 del revolucionario movimiento artístico De Stijl –nombre tomado de la revista que fundó Theo van Doesburg en 1917– es de lo más pertinente. Con ese motivo, el Centraal Museum de la ciudad (al que pertenece la propiedad ahora), ha organizado la exposición «La obra maestra de Rietveld: ¡Larga vida a De Stijl!» (hasta el 11 de junio), centrada en dicha vivienda y que explora diversos aspectos de la misma así como la relación –y a veces colaboración– de Rietveld con sus contemporáneos, como Theo van Doesburg y Piet Mondrian (a quien se piensa que no conoció, pero por el que sentía gran admiración), Robert van‘t Hoff, J.

J. P. Oud, Vilmos Huszár y Bart van de Leck.

Colores primarios

El museo atesora también la mejor colección de muebles del arquitecto y diseñador, así que, en ese sentido, la exposición es extensa y minuciosa, con una mayoría de piezas originales y algunas reproducciones. Además está provista de planos, maquetas, dibujos, recortes de prensa (muchos de la revista «De Stijl», en la que Rietveld escribió su primer artículo sobre una silla para niños en 1919); objetos personales de la señora Schröder como joyas (increíbles artilugios de metales retorcidos y pedruscos recogidos en cualquier lado), libros y cartas; y cantidades de fotos de la época donde se aprecia cómo era la vida en la casa y cómo esta cambia y se adapta a lo largo de los años.

Rietveld había empezado ayudando a su padre en el negocio de muebles, pero pronto se puso a experimentar con la idea de deconstruirlos en sus distintos elementos compositivos para montarlos de un modo que dejaran fluir el espacio, además de usar desde esas primeras obras los colores primarios que caracterizan el arte de De Stijl, ideas ambas con las que jugará después en la casa.

Fachada de la famosa Casa Schröder
Fachada de la famosa Casa Schröder - ABC

Todavía trabajaba con su padre cuando fue a entregar un mueble a Truus Schröder. Ese fue su primer encuentro con la mujer que primero le encargó el rediseño de una habitación. Los Schröder vivían en una casa antigua, conservadora y formal, pero a ella no le gustaban los techos altísimos ni los pesados muebles. Así que Rietveld le diseñó una habitación en la que bajaba ópticamente los techos cubriendo la parte alta y pintando las paredes con franjas horizontales en distintos tonos grises. Cuando murió su marido, en 1923, le encargó a Rietveld otra remodelación en una casa más pequeña para ella y sus tres hijos, pero al no encontrar nada que cumpliera sus expectativas él le propuso buscar un solar y construirle un hogar nuevo. Parece que los dos encontraron el mismo terreno por separado y que las primeras propuestas de Rietveld para la casa fueron rechazadas por ella, que era una mujer moderna y con las ideas muy claras sobre cómo quería vivir, tanto que se la considera coautora de la vivienda, al menos conceptualmente.

La razón de no aceptar esa primera versión es que no le pareció lo suficientemente abierta. Además fue ella quien insistió en vivir en el piso de arriba, lo que sería como hacerlo en un ático que había visitado y que le había encantado; esto casaba bien con su personalidad, muy exigente con la privacidad. Le gustaba también que la luz natural entrara por el hueco de la escalera, como en su anterior inmueble, y el contacto muy estrecho con la Naturaleza, como ocurría en el domicilio paterno. Y, por su puesto, nada de techos altos, líneas verticales…

Espacios polivalentes

Al principio, el piso superior estaba dividido con paredes, y fue ella quien sugirió a Rietveld deshacerse de ellas, lo que condujo a la revolucionaria forma de disponer de paneles correderos que se mueven o pliegan para dejar el espacio abierto durante el día y ser cerrados, generando dormitorios, por las noches. Esto implica que hacen la labor de zonas de salón durante las horas de luz, o que el comedor es también mesa de trabajo, lo que obliga a los habitantes a una férrea disciplina de orden y organización. El modo en el que el perímetro de la casa casi desaparece para procurar una disolución del dentro-fuera es todo un prodigio.

Con motivo de las celebraciones se ha organizado también una ruta a pie que lleva a recorrer las distintas obras que hizo Rietveld en Utrecht y en la vecina localidad de Amersfoort –donde se acaba de inaugurar el renovado museo de Mondrian en su casa natal–. Allí llegará en septiembre la exposición «Más allá de De Stijl. Gerrit Rietveld y los años cincuenta», en el Rietveld Pavillion que el arquitecto realizó en 1959.

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