LIBROS

Colson Whitehead: «Los nazis tomaron de América la idea de pureza racial»

Una fábula en la que se mezcla el realismo mágico y la fantasía, así se define

la última novela de Colson Whitehead, «El ferrocarril subterráneo», con la que ha ganado el premio Pulitzer y el National Book Award 2017

El escritor neoyorquino Colson Whitehead retratado en Barcelona Inés Baucells

DAVID MORÁN

La primera vez que Colson Whitehead (Nueva York, 1969) oyó hablar del «ferrocarril subterráneo», esa red de caminos y refugios orquestada en la América de mediados del siglo XIX para que los esclavos de las plantaciones del sur pudiesen escapar a los estados libres del norte, su cerebro dio un brinco e imaginó un complejo sistema de túneles, locomotoras y vagones de carga tras el que parpadeaba incesantemente la palabra libertad. «Era una imagen muy poderosa y visual», subraya el autor estadounidense. Tanto es así que, durante más de tres lustros, ese tren de fantasía no ha hecho más que ganar velocidad en su cabeza hasta acabar desembocando en «El ferrocarril subterráneo» (Literatura Random House), novela que revisa y retuerce uno de los puntos más oscuros de la historia americana. «Se podría decir que tenía esta novela en la cabeza desde hace diecisiete años, pero no la escribí antes porque pensaba que aún no era suficientemente bueno como escritor. Además, no creía que fuese tan maduro como para abordar un tema como la esclavitud», apunta Whitehead sobre esta odisea marcada por la crueldad y repleta de trazos alegóricos con la que relata la accidentada huida de Cora, una joven esclava de una plantación de Georgia que escapa de las más perversas atrocidades a bordo de esta suerte de cercanías abolicionista. Una historia que está a punto de dar el salto a la televisión de la mano de Barry Jenkins ( «Moonlight» ) y con la que el autor de «El coloso de Nueva York» se ha llevado desde el aplauso de Obama a premios tan cotizados como el Pulitzer y el National Book Award. «Antes de todo esto solía despertarme angustiado a las cuatro de la mañana pensando en la muerte. Ahora, en cambio, llevo unas cuantas semanas de mejor humor», bromea.

-No hace mucho Paul Auster decía que uno de los grandes problemas de Estados Unidos es que nunca había afrontado al problema de la esclavitud.

-Existe un silencio sobre el tema que es bastante frustrante, sobre todo en la educación. Pasamos por encima de la historia de la esclavitud igual que pasamos de puntillas por el traslado forzoso de los nativos americanos. En el colegio se le dedica muy poco tiempo, así que hasta que no se empiece a enseñar la historia de una manera más justa y honesta no podremos alcanzar una atmósfera racial más armoniosa.

-«Si hubiera alguna justicia en el mundo, una nación como Estados Unidos no existiría», dice uno de los personajes.

-En efecto, lo dice uno de los personajes. Muchas grandes civilizaciones están fundadas sobre el asesinato, la barbarie y la crueldad. América no está sola en eso. Pero, por fortuna, las civilizaciones evolucionan.

-¿Cómo se relaciona «El ferrocarril subterráneo» con la actualidad?

-La gente me preguntaba si mientras escribía pensaba en el movimiento Black Lives Matter pero en términos de brutalidad policial, cada par de años ocurre algún incidente. En este sentido, hablar de brutalidad policial no es algo nuevo para mí. Sí que puedo decir que me sorprendió que se eligiese como presidente a alguien que apoya de una manera tan evidente la supremacía blanca, pero lo cierto es que no estaba pensando en la América contemporánea mientras escribía el libro. Otra cosa es que haya partes del libro que se puedan interpretar de otra manera después de lo ocurrido en el último año.

-Ahí están, por ejemplo, las patrullas esclavistas que se dedicaban a parar a ciudadanos negros con papeles solo para molestar y atemorizar.

-Es un paralelismo bastante obvio con lo que hoy se llama stop-and-frisk (parar y registrar). Hay una continuidad, sí, pero en ese momento no pensaba en términos de actualidad, sino en cuando la policía nos paraba a mí y a mis amigos y nos esposaba para interrogarnos.

-El hecho de que el ferrocarril se convierta en algo real le da a la novela un aura de fábula inquietante. ¿Por qué ese juego entre realidad y fantasía?

-Es una manera de aplicar técnicas del realismo mágico para avanzar y retroceder a través de la historia. El realismo es una herramienta apropiada para ciertas historias, mientras que la fantasía lo es para otras. Un escritor siempre ha de saber escoger qué herramientas funcionan mejor para la historia que quiere contar.

-En este sentido, hay en el libro dos momentos especialmente perturbadores que relacionan la esclavitud con el nazismo.

-Tomo prestado el lenguaje de la época nazi, igual que los nazis tomaron sus ideas sobre eugenesia y pureza racial de la América esclavista.

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