Dos de los «Héroes» de Baselitz, en el Guggenheim de Bilbao
Dos de los «Héroes» de Baselitz, en el Guggenheim de Bilbao - EFE

Los «antihéroes» de Georg Baselitz toman el Guggenheim de Bilbao

El museo reúne en una exposición gran parte de una célebre serie del artista alemán

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«Lo que nunca he podido evitar es a Alemania y ser alemán». Son palabras de Georg Baselitz, uno de los artistas germanos vivos más destacados, junto a Richter y Kiefer. Hay cierto punto de amargura y resignación en esa afirmación. No en vano, nació en 1938, con el nazismo en pleno apogeo; trabajó en una posguerra devastadora para el país, que no levantaba cabeza; sufrió el látigo implacable del comunismo (fue expulsado de la Academia de Bellas Artes en el Berlín Este por «inmadurez sociopolítica») y vivió en un Berlín herido por un Muro. Entre 1965 y 1966 Baselitz dio vida, con 27 años, a una extraña galería de personajes masculinos que denominó «tipos nuevos».

Años después fueron rebautizados como «héroes». Pero Baselitz no cree en ellos. Los suyos no son héroes al uso, más bien antihéroes: gigantes fracasados, vulnerables, resignados a su destino.

Sus cuerpos agigantados -herencia que toma de los cuerpos desproporcionados pintados por Pontormo, a quien descubre en un viaje a Italia en 1965- contrastan con sus pequeñas cabezas. Los retrata, con violencia gestual y en una viva paleta de colores, siempre frontalmente: unos de pie, otros en cuclillas, los hay que parecen crucificados, cual mártires modernos. Llevan a su espalda una pesada mochila. Lucen uniformes. Soldados, pastores, guerrilleros, pintores... Son, en cierta forma, autorretratos. Para Max Hollein, uno de los comisarios de la muestra, estos héroes «emanan de una profunda necesidad interior y desarrollan una reflexión intemporal sobre la existencia del artista. La obra recoge su precario estado experiencial en un mundo roto».

Héroe de Baselitz que parece crucificado REUTERS
Héroe de Baselitz que parece crucificado REUTERS

Figuración y rebeldía

La serie está compuesta por 60 pinturas y 30 dibujos y grabados en madera. Buena parte de ellos cuelga en esta exposición, que ya se ha visto en Fráncfort, Estocolmo y Roma, y ahora cierra su gira internacional en el Guggenheim de Bilbao, dentro de la programación de su XX aniversario.

Díscolo y rebelde, como Courbet, a quien dedica una de las obras, Baselitz siempre fue fiel a la figuración, pero de un modo muy libre y personal, advierte Petra Joos, otra de las comisarias de la muestra. Su primera exposición individual, organizada en 1963 en la Galerie Werner & Katz de Berlín, provocó un gran escándalo y dos de las pinturas expuestas fueron confiscadas por inmorales.

Tras los héroes, llegarían sus pinturas fracturadas y después invertidas. Le daba la vuelta al arte con sus figuras cabeza abajo, subvirtiendo todas las normas. En 2010, el Guggenheim de Bilbao adquirió «La señora Lenin y el Ruiseñor», un conjunto de 16 pinturas de gran formato pintadas por Baselitz en 2008, en las que ridiculizaba a dos dictadores: Lenin aparece travestido y Stalin como un ruiseñor.

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