Un grupo de hombres kurdos observa los combates que se desarrollan en terreno sirio desde una colina de la localidad fronteriza turca de Mursitpinar . :: ARIS MESSINIS/ AFP
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Turquía siembra discordia en la alianza

El asedio yihadista continúa en Kobani mientras Ankara defiende una zona de exclusión contra el criterio de EE UU

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El diálogo silenció las protestas callejeras en Turquía y permitió levantar el toque de queda en las seis provincias de mayoría kurda después de unos choques que costaron la vida al menos a 24 personas. Los dirigentes kurdos se reunieron con el Gobierno de Ankara y propusieron trabajar «mano con mano» para salvar Kobani del asedio del Estado Islámico (EI). Selahattin Demirtas, copresidente del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), insistió en que no piden la intervención militar, sino «apoyar a los locales», en referencia a las milicias que resisten desde hace tres semanas el cerco islamista. El HDP defiende la apertura de un corredor desde suelo turco para poder evacuar con seguridad a los civiles que quedan en el enclave kurdosirio y enviar alimentos y armas a los combatientes, pero hasta el momento las autoridades de Ankara mantienen sellada una frontera desde la que sus tanques y la prensa internacional siguen el desarrollo de los combates.

El ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, se reunió con el nuevo secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y dijo a los periodistas que «no es realista esperar de Turquía que haga en solitario una operación terrestre. Seguimos hablando con nuestros aliados. Cuando una decisión conjunta se haya tomado, Turquía aportaría su parte». El presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha vuelto a poner sobre la mesa la opción de establecer una zona de exclusión aérea en el norte de Siria y asegurar además una parte del territorio para garantizar el retorno del millón y medio de refugiados que han tenido que huir en los últimos años por la guerra.

La cabeza de El-Asad

Ese espacio serviría además, según los turcos, para apoyar y formar a una «oposición moderada» a Damasco, a salvo de los bombardeos del Ejército sirio. Ankara exige a la alianza internacional una estrategia a largo plazo y, más allá de los ataques aéreos, pide la cabeza de Bashar el Asad, a quien considera el responsable directo del florecimiento del EI.

La propuesta turca encontró el apoyo inmediato de Francia, pero la OTAN matizó que de momento «no está en la agenda» y Rusia no tardó en recordar que «es el Consejo de Seguridad de la ONU el que debe tomar la decisión sobre esas zonas», según Alexander Lukashevich, portavoz de Exteriores ruso, recogidas por la agencia Interfax. Al comienzo de la guerra siria, los turcos propusieron la misma medida pero Moscú, aliado del régimen de El-Asad, siempre la bloqueó cuando llegó a Naciones Unidas.

Los bombardeos de la alianza y la resistencia de los milicianos kurdos han obligado a los islamistas a retroceder en las últimas 48 horas, pero siguen cercando Kobani. El jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU, Martin Dempsey, declaró a la cadena ABC que desde el inicio de los ataques los yihadistas «ya no plantan banderas ni se desplazan en grandes convoyes como hacían antes. Tampoco establecen cuarteles generales que sean visibles». En su comunicado diario, el comando estadounidense encargado de Medio Oriente y Asia central (Centcom) informó de cinco nuevas operaciones aéreas en la ciudad y aseguró que «las milicias kurdas continúan controlando la mayor parte de la ciudad y resisten». Las últimas incursiones destruyeron un campo de entrenamiento de la agrupación extremista, un edificio y dos vehículos, según el comunicado estadounidense.

«Kobani es una tragedia porque representa la maldad del EI, pero no es la definición de la estrategia o la medida completa de lo que está ocurriendo en respuesta al EI», declaró el secretario de Estado, John Kerry. Después de dos meses de bombardeos, en Irak primero y ahora también en Siria, Washington es responsable del 90% de unas operaciones que no han logrado frenar la expansión de los yihadistas.