El expresidente Lula da Silva y la mandataria, Dilma Rousseff, ante el féretro del candidato socialista fallecido. :: RICARDO MORAES / REUTERS
MUNDO

La campaña brasileña empieza de cero

La muerte del candidato socialista a dos meses de las elecciones dibuja un nuevo e incierto escenario político

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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A menos de dos meses de las elecciones presidenciales, el tablero político en Brasil fue sacudido la semana pasada por una tragedia inesperada: la muerte del candidato socialista, Eduardo Campos. La aeronave en la que viajaba se precipitó el miércoles sobre la ciudad de Santos, en plena campaña. La candidata natural para sucederle es la ecologista Marina Silva, segunda en la lista, pero su eventual lanzamiento altera todos los pronósticos.

Las elecciones se celebrarán el próximo el 5 de octubre y la favorita es la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), que aspira a repetir mandato. Le sigue en los sondeos el senador Aecio Neves, del Partido por la Social Democracia Brasileña (PSDB), y en tercera posición, al frente de la coalición Unidos por Brasil estaba Campos, líder del Partido Socialista Brasileño (PSB).

El candidato fallecido tenía el 9% de los respaldos y esperaba aumentar ese caudal a partir de la semana próxima, una vez que comenzaran sus apariciones en televisión. Silva, que no pudo reunir las firmas para inscribir a tiempo su movimiento Red Sustentabilidad, se había acoplado en el cartel presidencial del socialista a pesar de que su figura tenía muchos más apoyos que la de Campos.

En la encuesta de Datafolha de abril -cuando aún se discutía quién de los dos encabezaría el binomio-, Silva obtenía el 27% de intenciones de voto. En ese mismo sondeo, Rousseff tenía el 39% y Neves bajaba al tercer puesto con el 15%. Por eso ahora hay mucha expectación para ver si Marina pasa a segunda vuelta y, por qué no, le gana a Rousseff.

Silva, que fue ministra de Medio Ambiente de Luiz Inacio Lula da Silva, se alejó de su Gobierno y del PT al estar en desacuerdo con las políticas que alentaban el deterioro de la Amazonia. En 2010 se presentó como candidata independiente y obtuvo casi el 20% de los votos en un país de más de 140 millones de electores. Rousseff ganó entonces y ella salió tercera.

En septiembre, Campos la acogió bajo la bandera socialista y ella se afilió al partido, aunque su voluntad manifiesta era la de seguir ampliando el movimiento que ella misma lideraba. Su participación en segundo plano no parecía favorecer a ninguno de los dos, pero el pasado miércoles el destino quiso que Marina se quedase en tierra y desde ese minuto todo cambió.

Predicciones de los analistas

Los analistas mantienen que una candidatura de Marina puede arrebatar votos progresistas a sus dos eventuales rivales. De hecho, tanto en el PT como en las filas de PSDB están muy preocupados por el tirón que la candidata ecologista tiene entre los votantes. Claro que para que Silva lo consiga, primero tienen que ocurrir dos cosas: en primer lugar que acepte el reto, ya que por ahora está recluida y de luto, y la segunda condición que los socialistas la apoyen en bloque. Un respaldo no parece tan obvio a pesar de sus buenos resultados en las encuestas. Los compañeros de formación de Campos se tomarán al menos hasta el miércoles para definir cómo sigue la campaña. Entretanto, el ambiente arde en rumores y presiones de todo tipo.

Campos era un hombre de consensos que actuaba como amalgama dentro de una coalición cuyo equilibrio resultaba frágil. Hay socialistas que rechazan la figura de Silva, otros que cuestionan su religiosidad -es pentecostal- y los que ahora temen que los acuerdos enhebrados por el dirigente fallecido en determinadas regiones se quiebren con el liderazgo más purista de Marina.

El malogrado candidato había aceptado apoyar al PT y al PSDB en algunos estados y municipios. Por eso ahora, el más reacio a abrir paso a la candidata ecologista es el presidente del partido, Roberto Amaral. El nuevo jefe del socialismo fue también -como Eduardo Campos y Marina Silva- ministro de Lula da Silva y parece más dispuesto a apoyar al Partido de los Trabajadores que a competir con él.

Ante la dramática desaparición de Campos, de 49 años, todas las formaciones en liza acordaron suspender la campaña electoral. Los dirigentes de la coalición tienen diez días para designar a un sucesor y todo indica que se los van a tomar. También los rivales prefieren dejar pasar el funeral para estudiar el nuevo escenario y relanzarse en una campaña que deberá comenzar de cero.

Lula, que mantiene su apoyo inquebrantable hacia Dilma, se manifestó muy afectado por la muerte de Eduardo Campos. De hecho, fue una de las personalidades que insistieron en la necesidad de esperar al entierro para volver a hablar de la campaña y no se animó a hacer pronósticos.

es el porcentaje de votos que obtendría Marina Silva si se presentase como candidata socialista, más del doble que el político fallecido y cerca del 39% de Dilma Rousseff.