El insulto ya tiene un equivalente en cifras

Si no fuera porque la temática es excesivamente triste, si no fuera porque hablamos de la supervivencia de miles de gaditanos, de sus necesidades básicas, si no fuera porque el motivo de discusión es el dolor de tantas familias sin recursos, con todos sus miembros en el paro y sin esperanzas de poder pagar lo imprescindible, el dato sería para reírse. Hasta las lágrimas. Porque eso provoca, pero de indignación, que la Junta de Andalucía tenga el desahogo de anunciar públicamente que destina 42.900 euros este año a la capital gaditana en concepto de políticas de inclusión social, es decir, en distintos conceptos de ayudas. Esa cantidad puede ser considerada ahora como la medida, en cifras, del insulto. Supone, en todo un año, menos de lo que el Ayuntamiento se gasta en una semana (estimado en 55.000 euros). Es decir, es calderilla, es una ironía, un sarcasmo que no llega para ayudar ni a la centésima parte de los afectados por una situación, la del desempleo, el fracaso de la formación y el incremento de los niveles de pobreza, en los que la propia Junta de Andalucía tiene una gran cuota de responsabilidad tras más de tres décadas ininterrumpidas al frente de los gobiernos autonómicos.

El hecho de que un delegado de la Junta, de que sus consejeros o representantes, se atrevan a dar una cifra tal supone la confirmación última de que le han perdido el respeto a la población, a los gaditanos. De lo contrario, habría reservado esa pírrica cantidad, la habría hecho llegar por algún cauce administrativo sin necesidad de darla a conocer como si fuera un logro, un avance, algo que merece aplauso, reconocimiento.

La vergüenza que dijo ayer sentir la alcaldesa de Cádiz es la que deben compartir casi todos los gaditanos que conozcan la cifra.