Apuntes

El peor aliado de la democracia

Cádiz se enfrenta a otra cita electoral con el reto de romper con su tradición abstencionista

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Llega una nueva cita con las urnas y en la provincia de Cádiz se hacen quinielas sobre el porcentaje de abstención. El reto de los partidos políticos no es otro que conseguir que los votantes decidan hoy pasarse por los colegios electorales y expresen su opinión. Todos los partidos están metidos en esa guerra, aunque la afrontan desde planteamientos bien distintos. Los grandes tienen la misión de movilizar a sus incondicionales en un panorama de terrible desencanto social con la clase política, la cual ha dado muestras suficientes de no estar a la altura cuando la crisis arrecia y deja a la intemperie a gran parte de su pueblo. Frente a estas formaciones, las pequeñas de reciente cuño o que apenas llevan un par de elecciones de trayectoria. Estos partidos buscan en ese desencanto pescar los votos y apelan una y otra vez a que los ciudadanos no se queden en sus casas hoy.

La provincia se enfrenta al reto de romper con la apatía histórica que ha demostrado, llegando a rozar en los comicios europeos de 2004 el 70% de abstención; unos niveles de no participación que deben hacer reflexionar a todos: partidos y votantes.

El ciudadano tiene una responsabilidad social que debe ir más allá del desaliento expresado en la barra del bar o de las propuestas que se esfuman en una conversación acalorada entre amigos. También es competencia suya ser copartícipe de las decisiones que toman otros en nombre suya porque aunque hoy se acuda o no a votar, habrá un Parlamento que tome decisiones en nombre suya y del resto de vecinos europeos. La mera protesta sin implicación resulta estéril y la historia está cuajada de episodios que demuestran que sólo desde el movimiento se avanza.

Por su parte, los principales partidos no pueden seguir mirando hacia otro lado ante esa desconfianza absoluta que están generando y que se traduce en una abstención impropia para una democracia joven como la española. Su deber es buscar el compromiso con todo el pueblo, no sólo con sus fieles.

39 candidaturas se presentan hoy en el territorio español. Un menú suficientemente amplio para que colme los gustos ideológicos de la inmensa mayoría. No hay excusas.