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Europedista

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Era un joven espigado y socialista. Digamos -decía- que muy europeísta. Con simpatía, declamó un discurso sobre el federalismo que defendía: el que busca la cohesión y la solidaridad, ése en el que cabe una España. Así, una. Explicó que Elena Valenciano es el candidato de perfil bajo que el PSOE ha querido presentar en Europa. Al parecer, la mano derecha de Rubalcaba ha sido eurodiputada y es muy valorada en Bruselas. Esto último fue algo como blablablabla para mí; me quedé atascado en lo de 'perfil bajo'. ¿Qué es eso? Intuyo que alguien que no puede ser un líder; una persona con poco bagaje cultural, mínimos estudios. De a pie. ¿Es alguien mediocre si lo digo yo y de perfil bajo si lo dice su gente?

Luego, navegando por la oscuridad de los lugares comunes, manifestó su preocupación como europeísta. Las elecciones europeas son fundamentales, afirmó. No entendí muy bien para qué. El joven dijo que la anulación de las cláusulas suelo era un a conquista que había surgido de Europa -el continente, no la otra- y que se debían erradicar las políticas de derechas en Bruselas para progresar en la próxima década. Y desconecté. No porque me cayera mal el tipo ni mucho menos, sino porque mi mecanismo de asociación de ideas saltó por sorpresa hilvanando imágenes con un cordel invisible. Valenciano -y su imagen de modelo atractiva del Corte Inglés- me llevó a Cañete, un buen tipo que ha estropeado su (esmoquin + pajarita) con una torpeza de primero de NNGG. Su «abuso de superioridad» mostró el triángulo de aire existente en la armadura, bajo las axilas: por donde entra la daga mortal.

El PSOE tiene una candidata ratonera con mucho que ganar y poco que perder que, a diferencia del exministro, está amparada por un equipo de asesores que van a destrozar al rival cueste lo que cueste y sin piedad. Arias Cañete ha sido poco más que un pedazo de carne fresca arrojado a un agua infestada de pirañas. Treinta segundos. 140 caracteres. Twitter ha tenido gran culpa de su batacazo. Aunque pasará de moda, esta red social se ha configurado como un importante nicho de opinión, publicidad y destrucción. Que conste: no estoy en su contra y sí lo estoy de los desgraciados que la usan para insultar, denigrar o delinquir, pero no por eso hay que prohibirla o censurarla a priori. Toda esta polémica de Cañete y Valenciano ha dado vidilla a las abúlicas elecciones europeas al poner en entredicho la bondad de una red social.

Europedista, diría yo. La del pajarito.