CÁDIZ

CUANDO EL PENSAMIENTO ÚNICO ES LA FORMA UTILIZADA

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Aunque pudiera parecer que todo fue ayer, la realidad es que la historia viene de largo. La sucesión de decisiones encaminadas a la exclusión, a la discriminación de algunos concejales y a la imposición del pensamiento único como única forma de herramienta de trabajo no es nada nuevo en el horizonte, ni siquiera de uso exclusivo de un solo espacio.

Todo empezó el día que decidí dimitir de portavoz. A nadie se le escapará el enfado del secretario general y de su Ejecutiva. Mi dimisión fue una decisión tomada desde la libertad y ante la insostenibilidad de la situación del grupo municipal. No se quiso entender -interesadamente- que mi compromiso electoral con la ciudad y con el partido permanecía intacto en la actividad como concejala. Ello, porque el stipes de la cruz hacía tiempo que se había anclado en el suelo y el patibulum se puso el día que firmamos el cambio de portavocía.

Se puso en marcha la maquinaria del cercamiento institucional. La primera medida encaminada a la invisibilidad en el salón plenario fue que se reestructuraron las competencias de los concejales. Para mí sólo y exclusivamente: Infancia, Deporte y Régimen Interior. Así que mi presencia en los órganos colegiados del Ayuntamiento también fue mermada.

De ahí pasamos a la negativa en todo. No, a presentar cualquier iniciativa a pleno -cuatro en año y medio, a pesar de haber formulado al grupo socialista 25 en ese tiempo-. No, a remitir notas de prensa a los medios. No, a poder hacer declaraciones a los medios. No, a la asistencia a las ruedas de prensa. A nadie se le escapa la escasa presencia pública durante todo este tiempo de los concejales más veteranos en el grupo municipal. Todo con una finalidad: la invisibilidad.

Por eso, al mes y medio de comenzar la era 'González' ya estábamos pidiendo amparo al provincial, al regional y al federal. La queja formulada provocó una reunión del grupo municipal con la asistencia de Paco Menacho y de Isabel Armario. Hora y media duró. Compromisos de buen entendimiento, y poco más. La realidad es que la implantación del pensamiento único se hizo más efectiva y más amplia, a partir de ese momento.

No, al acceso a la información. La del propio grupo municipal, guardando bajo llave -de la que no disponemos- toda la documentación, y estableciendo claves en los ordenadores que contienen la información digital para que tres concejales no pudieran acceder a ella, salvo en horario de oficina. Y se dio un paso más. El control en el acceso a la información del Ayuntamiento. A partir de ese momento para pedir expedientes administrativos a Alcaldía, debíamos pasar el filtro de la alcaldesa y el del portavoz del grupo. De este modo, éste restringió el derecho personalísimo e individual de los concejales a solicitar cualquier expediente a la alcaldesa, vulnerando con ello preceptos de la Ley de Bases del Régimen Local. Reconozco, que esta última medida me la he saltado. Siempre bajo la amenaza de abrirme expediente disciplinario en el partido. Pero aun así, he seguido solicitando acceso a la información municipal, como muestra de mi disconformidad ante una decisión restrictiva de derechos.

No, a la actividad en la calle. Dos agendas. La de aquellos concejales que podían asistir a las reuniones con los colectivos y la agenda de aquellos que estábamos vetados en esas reuniones. En más de una ocasión, hemos tenido que ocultar a los presidentes de los colectivos nuestro desconocimiento del acto o de la reunión en cuestión, mintiendo. Hemos tenido que decir que no pudimos acudir por motivos de agenda. Cuando el verdadero motivo era que en nuestra agenda no aparecía.

No, a la participación. Las reuniones de grupo se ciñeron a escasos diez minutos en cada una de ellas, sin debate. Con convocatoria previa de 24 o 48 horas y el día que el portavoz decidía, sin importarle la posibilidad o no de la asistencia de todos los miembros. En ellas, se antepuso la negativa continuada a cualquier iniciativa presentada por mí para su propuesta a pleno. Importando poco, si era o no positiva para la ciudad, si era o no positiva para hacer oposición. Así empezó a utilizarse la técnica de la apropiación indebida. De este modo, el portavoz ha hecho suyas algunas de las que yo formulé. El 'corta y pega' se instaló en el grupo municipal. Porque, en vez de aprovechar los recursos, se ha preferido anularlos, todo para 'mayor gloria' del 'líder'. Con esta técnica, las intervenciones en los plenos de tres concejales pasaron a ser testimoniales. Con las consignas dadas, difícilmente podría admitirse incluso cualquier apreciación que se hiciera en las reuniones del grupo sobre el sentido del voto de las propuestas o sobre cómo afrontar una situación en la que con una buena estrategia política se pudiera sacar «provecho» al Partido Popular. Bastaría poner como ejemplo, cuando se conoció públicamente que Teófila Martínez estaba incluida en la lista de Bárcenas. Debimos esperar a una reunión ordinaria del grupo para proponer que debíamos convocar un pleno extraordinario ante tan escandalosa situación -a nadie se le escapa que aquellas semanas de febrero de 2013 fueron duras para la alcaldesa-. Hice la propuesta. La negativa fue rotunda.

Sin debate y sin participación, el portavoz ha hecho públicas las posiciones que ha querido sin la participación de todos los miembros del grupo. Ejemplos, la dimisión de la Coordinadora de Asuntos Sociales, la petición de dimisión de la alcaldesa como presidenta del Pleno de Zona Franca, la propuesta de ubicación del Museo del Carnaval, la petición de mesa de investigación de lo ocurrido en el caso del alumbrado público, cuya foto con cuatro 'líderes' -tres de otros partidos-, conocimos algunos por la prensa. Sin debate y sin participación, se han producido situaciones paradójicas, como, por ejemplo, cuando el portavoz solicitó la documentación de los contratados «bajo sospecha» en Zona Franca, y apareció acompañado de la Diputada Mamen Sánchez. Nadie más debía aparecer en la foto, ni siquiera quienes somos vocales en el Pleno de Zona Franca.

Cualquiera de estas situaciones podría esperarla del Partido Popular. Es más, en los seis primeros años del ejercicio del cargo público de concejala, he obtenido las mismas respuestas del equipo de Gobierno, que las que ahora llevo recibiendo del portavoz socialista. No, al acceso a la información aludiendo a la Ley de Protección de Datos. No, a la asistencia a la inauguración de una instalación municipal, porque se trata de un acto del Gobierno municipal. No, a la iniciativa de los socialistas, porque no es necesaria para la ciudad. No, al acceso a las dependencias y a los equipamientos municipales, porque son de uso exclusivo de quienes son «sus dueños».

Se ha trabajado en la implantación de la barbarie del pensamiento único. Por eso, escribo en pasado. Porque desde el martes se oficializó lo que ya venía ocurriendo. Se le dio forma de carta, de documento oficial por los adláteres. Con un motivo. La ejemplaridad. La transparencia. Éstas que no se practican de puertas para dentro, colocando al partido en el escaparate, como si la vida fuera puro teatro.

Y la pregunta es ¿para qué? ¿qué gana? ¿qué ganamos los socialistas? Ganamos la nada. Perdemos y mucho. Por eso ahora me siento más en la libertad de recuperar el compromiso con los votantes socialistas, de hacer aquello que en este último año y medio no me han dejado hacer. Oposición. No quieren que intervenga en los plenos, pues nada, no intervengo. Pero ello no va a impedir que defienda los intereses de los gaditanos, a través de mi espacio de expresión y de opinión. A través del blog Ágora Gaditana, que abrí ante la imposibilidad de opinar en el lugar que debía hacerlo.

Soy socialista, me presenté a las elecciones municipales para defender los intereses de nuestra ciudad. No me identifico con los 'líderes' autocráticos. No tengo la capacidad de mirar para otro lado, de hacer oídos sordos. Ni de seguir sí o sí al líder. Seguiré ejerciendo la labor de concejala, porque para ello me eligieron.