Las actuaciones en el Parque Periurbano de la Bahía de Cádiz permitirán la creación de senderos entre la capital gaditana y San Fernando. :: FRANCIS JIMÉNEZ
bahía de cádiz

Un oasis en medio del asfalto

El Ayuntamiento reactiva el plan de usos para el Parque Natural de la Bahía

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como Los Toruños, pero todavía más cerca. En eso se puede y se quiere convertir el Parque Natural y el Parque de las Salinas, entre la capital y San Fernando. Así lo recoge el Plan General de Ordenación Urbana de Cádiz y se está intentando impulsar desde el Ayuntamiento. Para ello, es necesario contar con el apoyo y la implicación económica de la Junta de Andalucía y el Gobierno de España.

No va a ser tarea fácil, ningún proyecto de calado lo es en esta ciudad, pero se presenta como una gran oportunidad. No hay que olvidar que estamos hablando de un espacio casi virgen, con un tremendo potencial y que ocupa casi un tercio de la superficie total del término municipal de Cádiz.

A grandes rasgos, el proyecto del Ayuntamiento de Cádiz, que ya se establece en el PGOU, está orientado a potenciar el uso público de la zona y posibilitar el uso y disfrute de los ciudadanos en contacto con la naturaleza, a la vez que a contribuir a la formación de una conciencia crítica y documentada sobre los valores patrimoniales naturales, culturales y etnológicos.

Para conseguirlo se va a mejorar y ampliar la red de senderos a ambos lados de la carretera, a rehabilitar las edificaciones ya existentes dotándolas de nuevos usos, a mejorar los accesos y a potenciar el transporte público.

En todo caso, es evidente que todas las actuaciones serían mínimamente invasivas y absolutamente respetuosas con el riquísimo ecosistema litoral y salinero que compone el Parque Natural de la Bahía de Cádiz.

Algunas de las acciones más llamativas pasan por la creación de miradores y la ampliación de las rutas peatonales y de carriles para bicicletas. En este sentido, se plantea la creación de rutas histórico-culturales de carácter temático o integrado, conectando los molinos de mareas del Río Arillo y Roquetas; las casas salineras de la Dolores, Santibáñez y San Félix; de instalaciones acuícolas; etc. También se establece la necesidad de mejorar los aparcamientos de acceso a la red de senderos del parque y la ampliación de la red de áreas recreativas, con la creación de una de especial importancia en el eucaliptar de Santibáñez. Del mismo modo, se estudia la posibilidad de crear una red de itinerarios marítimos y sus correspondientes terminales, con embarcaciones aptas para visitar el parque natural. Así, existe la posibilidad de programar rutas en kayak, piragua o candray, siguiendo la costa de la Bahía, que podrían penetrar por el Río Arillo hasta el varadero existente y utilizar las casas del Barquero para almacén de las embarcaciones.

Un aspecto fundamental en todo el planeamiento es el de los accesos a las distintas rutas o zonas recreativas. Partiendo del término municipal de Cádiz, en el fuerte de Cortadura se iniciaría el acceso de poniente utilizando la vía de servicio existente hasta el ventorro del Chato. El otro acceso estaría situado en el borde entre la Zona Franca y la Bahía. Este borde en la actualidad es una trasera ocupada por usos industriales y de servicios que forman una fachada dura y escasamente atractiva. Por ello se propone dulcificar la fachada de la Zona Franca, que discurriría entre el desembarco del puente Carranza y el camino de acceso a la depuradora de aguas residuales.

Las actuaciones partiendo de estos puntos dejan ver a las claras que el plan previsto sería más complicado de ejecutar en la zona de Cortadura, debido a la necesidad de respetar el cordón dunar entre el Ventorrillo del Chato y la Gallega, para donde se llega a contemplar una pasarela de madera elevada sobre pilotes situada sobre la franja dunar.

En cuanto a los equipamientos, cabe destacar que las nuevas construcciones están prácticamente descartadas -de hecho están prohibidas-. Es por eso que todos los proyectos pasan por la rehabilitación de las edificaciones ya existentes, ahora en estado ruinoso o en desuso. Quizá el ejemplo más representativo sea el del Molino de Mareas del Río Arillo, que lleva varios años en un atolladero burocrático que impide su más que necesaria rehabilitación. La idea, aún no sabiendo quien será el responsable de llevar a cabo la actuación por disponer de su titularidad, es conseguir su puesta en valor para instalar allí el ecomuseo de la cultura de la sal, que puede cumplir también el papel de Centro de Visitantes del Parque Natural e incluir una pequeña dotación de servicios turísticos.

De lo que se trata en definitiva es de conseguir el máximo aprovechamiento de los recursos existentes desde la óptica de la sostenibilidad ambiental. Para ello la actuación se sustentaría en tres estrategias.

Un fin turístico

La primera sería la activación turística, relacionada con el medio natural, el patrimonio histórico cultural y las actividades deportivas. En esta estrategia se integran las actuaciones sobre la casa salinera de Nuestra Señora de los Dolores y el Molino del Río Arillo, así como en los manchones. Igualmente se recuperarían los restos del Molino de Arrierillo o Roquetas y de otras construcciones del Parque. En estos edificios, y en coordinación con proyectos ya gestionados por la Demarcación de Costas y por la Consejería de Medio Ambiente, cabe implantar actividades museísticas y de interpretación del espacio del parque, aulas de la naturaleza, centros de venta de publicaciones, etc., pero también escuelas o talleres de educación ambiental, talleres en que puedan fabricarse productos derivados de la sal u otras artesanías vinculadas al medio natural o a sus valores culturales y etnológicos.

También se insertan en esta estrategia la red de observatorios paisajísticos y de avifauna y los puntos de observación astronómica. Los primeros buscan atraer visitantes interesados en la ornitología y habrían de instalarse de forma que no perturben los ciclos vitales de las aves ni alteren el paisaje. Los segundos podrían ubicarse en el mismo espacio o en otros más cercanos a los accesos.

Por otro lado, se propone un jardín botánico en la zona de Roquetas, que sería una adecuación de los senderos y caminos existentes creando un recorrido botánico. Igualmente se contempla la posibilidad de crear un jardín botánico de mayor entidad próximo a las salinas Preciosa y La Roqueta. Tanto en el caso del recorrido botánico, como en el del jardín, la vegetación se restringiría a la autóctona del Parque.

La adecuación deportiva se concretaría en un circuito deportivo blando sobre tierra, y con un equipamiento mínimo de cuerdas, bancos de abdominales, etc., que podría incorporar un solarium.

La segunda estrategia pasa por la activación acuícola, salinera y de restauración del medio natural, relacionada con la recuperación de técnicas de acuicultura y salineras tradicionales y la regeneración del entorno. En este apartado se insertaría la propuesta de regeneración de las marismas de San Félix.

La tercera estrategia, y puede que la más llamativa, pasa por la integración, ampliación y dinamización de equipamientos e infraestructuras, relacionada con la mejora y puesta en valor de equipamientos de uso público. En esta estrategia cabe destacar la propuesta de reconducción de las instalaciones de Torregorda a usos balnearios y de talasoterapia.

En este punto jugaría un papel fundamental el Ministerio de Defensa, titular de las instalaciones de Torregorda y, por tanto, de esas edificaciones, en su mayoría sin uso actual, para las que el Ayuntamiento ya tiene planes. Sería necesario que el Gobierno cediera o vendiera parte de sus terrenos a la ciudad de Cádiz, una opción que parece complicada, pero que está en mente del equipo de Gobierno gaditano desde hace ya algunos años, cuando incluso se planteaba la ubicación en estos terrenos, aledaños a una playa prácticamente virgen, de algún tipo de instalación turística.

En la actualidad las instalaciones militares albergan actividades de investigación y fabricación de tecnología avanzada y el riesgo que supone su situación es reducido, una vez prácticamente abandonadas las prácticas de tiro que se llevaban a cabo.