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Sarkozy compara la Francia de Hollande con la Alemania de la Stasi

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Nicolas Sarkozy contraataca. El expresidente francés sale de la sombra para defenderse de los ataques contra su persona. Es la primera vez que rompe el silencio que se había impuesto en público desde su salida del Elíseo hace dos años. Interrumpe su retiro voluntario de la política activa con un artículo que publica el diario Le Figaro en su edición de hoy bajo el título 'Lo que tengo que decir a los franceses'.

El largo texto, de 1.800 palabras, es un alegato en defensa propia del ciudadano Sarkozy, abogado profesional, ante el acoso de los jueces. Dice que habla porque la calumnia se ha erigido en método de gobierno, la justicia es instrumentalizada con filtraciones oportunamente manipuladas y se pisotean principios como la presunción de inocencia o el secreto de las conversaciones entre abogado y cliente.

«En 20 meses he sufrido cuatro registros, que movilizaron a tres jueces y catorce policías, y he sido interrogado durante 23 horas», enumera antes de observar que «todavía hoy toda persona que me telefonee debe saber que será escuchada». «No es un extracto de la maravillosa película 'La vida de los otros' sobre la Alemania del Este y las actividades de la Stasi. No se trata de las actuaciones de tal dictador en el mundo contra sus oponentes. Se trata de Francia», escribe.

Sarkozy se queja de que le acusan de haber recibido 50 millones de Muamar Gadafi para financiar su campaña electoral de 2007 «sin la sombra de una prueba y contra toda evidencia». «El simple sentido común debería llevar a considerar que la guerra que condujimos en Libia duró diez meses. Durante ese período, si Gadafi hubiera tenido el menor documento contra mí, ¿por qué no lo utilizó, cuando yo era el jefe de la coalición en su contra?», argumenta. El líder conservador subraya que le pincharon el teléfono en setiembre de 2013 por sospechas de corrupción en 2007. «Los policías no ignoran nada de mis conversaciones íntimas con mi mujer, mis hijos y mis allegados. Los jueces oyen las discusiones que tengo con los responsables políticos franceses y extranjeros», expone antes de recordar el conocido perfil izquierdista o antisarkozysta de algunos de los magistrados. A guisa de despedida, Sarkozy explica a sus adversarios que la mejor manera de evitar su temido regreso es que «pueda vivir sencilla y tranquilamente...».