Una nueva era militar para Cádiz

La provincia vive hoy el inicio de unos de los mayores acontecimientos históricos en lo que va de siglo. Se trata, esquemáticamente, de un reforzamiento de la presencia militar norteamericana (y, por extensión, de la OTAN) como nunca se ha conocido en una tierra con larga tradición de presencia de ejércitos por la ubicación geoestratégica de su territorio. Como todo paso enorme tiene ventajas e inconvenientes de idéntico tamaño, de grandes proporciones. En el haber de la provincia quedan las expectativas económicas creadas por cuatro destructores (hoy atraca el primero) con todas las tripulaciones y las vinculaciones técnicas, además de la llegada de las familias de los ocupantes de los enormes navíos que forman parte del llamado Escudo Antimisiles. Serán unos 1.200 efectivos militares con casi 2.000 parientes directos dispuestos a alojarse en el perímetro de la base militar. Han pasado casi tres años desde que Rodríguez Zapatero anunciara esta llegada junto al secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta. Un mes después, el socialista se despedía de la Moncloa como consecuencia de una política económica nefasta, cuyos efectos aún perduran. Pero como legado postrero también queda este acuerdo militar que hoy marca la llegada del destructor 'Donald Cook', con 330 marines a bordo. El impacto económico parece que abarcará desde el sector naval al inmobiliario, de los servicios a los transportes.

En el debe quedan las dudas sobre la influencia de esta llegada en las amenazas internacionales que puede recibir la zona. También la sensación de que las servidumbres militares se refuerzan, se eternizan.

Pero sólo hay que echar un ojo a la Historia para entender que siempre existieron y perdurarían también sin esta llegada. Bendición o maldición, tiene origen geográfico.