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#Alayafea

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El sindicalismo tiene unos orígenes nobles. La lucha del hombre contra la opresión, los pobres contra los ricos, los descamisados contra los poderosos. Desde la primera huelga conocida, hace 3.000 años en el antiguo Egipto, trabajo a cambio de trigo, hasta las ultimas de Bangladesh por derrumbes de los edificios, el sudor y la sangre de los sindicalistas han hecho progresar la humanidad en su búsqueda de una mayor justicia. De hecho, el origen etimológico de Sindicato proviene del griego 'syn dike', 'con Justicia'.

¿Dónde están esos sindicatos ahora? ¿Cómo han podido degenerar tanto como para terminar llamando fea a una jueza en la puerta de un juzgado? ¿Dónde esta la dignidad del trabajador oprimido? Parece como si todo esto se hubiese perdido poco a poco, como emponzoñado por un veneno secreto.

El dinero del siglo XXI ha conseguido lo que no consiguieron ni porras ni balas ni bayonetas en el siglo XX. Desde el mismo momento que los sindicatos dejaron de depender de las cuotas y los esfuerzos de sus asociados y pasaron a depender de subvenciones y prebendas del gobierno, algo profundo se quebró. El capital ha conseguido, al fin, vencer al espíritu sindical.

En España esta situación nos ha llevado al ridículo. Y de ahí la sorna con la que tratan a los sindicatos en 'Twitter': que si han cambiado la hoz y el martillo por el tenedor y la cuchara, que si han cambiado la austera dignidad por la opulencia del asador de vacas, que si ya no quedan líderes sindicales delgados, que si no son barrigas sino cementerios de langostas. Cuando el ridículo llega a las redes todos los argumentos están perdidos.

Hoy los sindicatos tienen un dilema donde yo creo que se juegan mas de lo que piensan. Deben decidir entre apoyar a sus líderes en contra de la jueza Alaya y que la gente piense que son unos estómagos agradecidos o dejar actuar a la justicia con el riesgo de que su compañero tire de la manta de desmanes y comilonas.

No lo tienen nada fácil, pero, en la solución de este dilema reside su futuro. Porque con una sociedad harta de sus desmanes, que no sigue sus huelgas generales y unos afiliados en plena desbandada, el numerito del insulto a una jueza en la puerta del juzgado puede haber sido la brizna de hierva que quiebra el espinazo del mulo.

España necesita sindicatos, pero no de liberados, sino de trabajadores; no de mariscadas, sino de barricadas; no de linchadores de juezas, sino de los que hacen que la justicia se extienda hasta el mas indefenso de los parias de la tierra.

#síguemeytesigo