DRY MARBELLA

LA DURA VIDA DEL VERANEANTE

Santana y María Teresa Campos, locos por las cartas

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Siempre hay algún alma caritativa que me espeta: Rosa, ¿aparte de comer qué hacéis en Marbella? Y no me dicen lo de beber porque saben que sólo tomo vinitos blancos con hielo, una moda que mi amigo Manolo Montaña, riojano y vinatero de pro dice que está haciendo furor entre las mujeres y de oro a las bodegas desde que hemos empezado a darle al blanco.

Pero no me quiero despistar: estaba intentando contar lo dura que es la vida del veraneante en la Costa del Sol y quiero hacerlo con respeto para los que no pueden hacerlo. Aquí la gente no madruga mucho pero desayuna dos o tres veces. Mis italianos favoritos, Enzo y Romina, del 'Mediterráneo', lo saben bien. Después hay que hacer recados, compra, matar el tiempo en las tiendas hasta que llega la hora de coger la toalla y el bañador. Con razón dicen los expertos que el gran negocio turístico de este año lo han hecho los súper, híper y megatiendas. Luego hay que ir a la playa, con o sin niños. Las hay buenas, pero las hay muy malas: si la Costa del Sol tuviera las playas del Norte esto sería el paraíso. Pero tampoco me quiero meter en temas controvertidos. Modesta servidora vive en San Pedro Alcántara y las piedras se me clavan en el alma cada vez que intento dar un paseíto para ver los distintos chiringuitos. Por lo tanto, me quedo en la tumbona de un establecimiento especial fruto de la visión que tuvieron los hermanos Juan Carlos y Eduardo Mackintosh, mezcla de sangre escocesa y andaluza que construyeron una piscina con agua del mar y hoy, más de cincuenta años después, sigue siendo un referente en toda Andalucía además de haber conseguido poner un chiriguito de lujo que es la pera limonera. El Ancla.

Después de la siesta toca salir y se pueden hacer muchas cosas. Es curioso que la gente piensa que no hay actividades culturales en una población como Marbella que roza los 150.000 habitantes en invierno y triplica o cuadruplica en verano. Pues solo con leer este periódico puedes encontrar innumerables exposiciones, conciertos, conferencias que pueden darle un barniz cultural también a tu verano. Por no hablar, es mi vicio personal, de la lectura. ¿Se le ocurre a usted algo mejor que leer libro tras libro en la hamaca, a la sombrita?

El ginrummy

Pero los hay para los que su actividad cultural se divide entre el mus, el dominó y juegos de más abolengo como puede ser el bridge o el ginrummy. Confieso que estoy rodeada por amigas y amigos que juegan casi todas las tardes del verano a ese juego. María Teresa Campos se ha convertido casi en tahúr profesional. Le acompañan siempre Ana Satrústegui, Mary L. Roberts, María José Barreiros, Teté, Jesu y un sinfín de amigas que a veces hacen hueco a un hombre, mi marido. Pero no solo a las mujeres les gustan las cartas, también a los hombres. Manolo Santana, cuando su tiempo se lo permite, en vez de echarse la siesta, opta por una partida de mus con sus amigos. Ellos alternan el mus con el deporte como lo hacen también algunos políticos: los hay golfistas (Aznar), jugadores de paddle (Arenas, Ignacio González o Cospedal) y por la noche, a cenar. Como verán ustedes, dura vida.

Ayer, el patio estaba alborotado. Era inminente la llegada del príncipe Salman.