CÁDIZ

«Estoy agotada y ya no puedo hacer nada más con mi hija»

Silvia tiene a su cargo una menor de 16 años con trastornos de conductaEl cierre del centro provincial por las deudas provoca el traslado de la niña a Cádiz, donde no puede cumplir el internamiento

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El cansancio que refleja el rostro de Silvia Montiano, madre un niño gran dependiente de 7 años y de una niña de 16, muestra su lucha diaria para mantenerse en pie. Un calvario que sufre debido a los problemas que le ocasiona su hija, cuya tutela pertenece a la Junta de Andalucía. Hasta el pasado mes de febrero, la menor estaba en régimen de acogida en un centro abierto de la Coordinadora Abril en San Roque. Los impagos de siete meses de salarios a los trabajadores de la asociación y las deudas con la Seguridad Social, que suma una cifra cercana a los 900.000 euros, llevó a la Administración autonómica a rescindir el contrato para la tutela de menores, provocando el cierre de los dos centros que la coordinadora disponía en la ciudad sanroqueña.

La hija de Silvia, junto a otros 23 niños, fueron reubicados en diversos centros de la provincia de Cádiz. «De un día para otro, sin darnos ningún tipo de información, levantaron a la niña y le dijeron: venga, levántate que te vas para Cádiz», cuenta la madre.

La joven fue destinada al centro Inmaculada Niña de la capital, a pesar de que su tratamiento especificaba la necesidad de que hija y madre debían estar separadas.

Continuas escapadas de casa, discusiones, malas amistades y consumo de drogas. Un cúmulo de dificultades que han llevado a Silvia a una situación límite. De hecho, la última de las huidas de la menor del hogar familiar tuvo lugar la pasada semana. «A mí es que ya la impotencia me mata. Yo ya no puedo hacer nada más. Estoy agotada», expresa desesperada.

Toda esta historia comenzó cuando la niña tenía 6 años. «Mi hija tenía problemas de comportamiento y conducta. El médico la pasó a la Unidad de Salud Mental Infantil (USMI) y comenzó a recibir diferentes tratamientos, ya que se le diagnostica un trastorno de conducta oposicionista desafiante», relata Silvia.

Al nacer el hijo pequeño, las dificultades crecieron. Los problemas de salud de Silvia y su niño hicieron que estuvieran hospitalizados durante casi dos años. «Esto provoca que mi hermano decidiera llevársela durante un curso escolar a Granada», añade la madre.

A su regreso, la niña se marchó a vivir un tiempo con sus abuelos y, posteriormente, pasó otro curso escolar en Granada. Esta segunda vuelta es la que ha desatado la situación actual. «Fui a Protección de Menores a pedir ayuda. Además, desde la USMI, la psiquiatra me dice que la niña necesitaba un internamiento para tratar los problemas, pero desde Menores, me dijeron que tenía que tener el consentimiento de la niña para poder internarla en un centro de régimen abierto», explica.

«Difícil decisión»

Tomar la decisión del internamiento no fue nada fácil, pero Silvia argumenta que «yo no podía hacerme cargo de una niña con esas características. Mi hija se escapaba de casa y yo no podía ir detrás porque al niño lo tenía enganchado a una bombona de oxígeno y un gotero por las noches».

El pasado mes de septiembre, la hija de Silvia entró en régimen de acogida en uno de los centros de la Coordinadora Abril en San Roque. «El internamiento no se aconsejaba que fuera en la misma ciudad. De hecho, el tratamiento iba bien y yo iba a verla todas las semanas. No fallaba ni una y teníamos terapia», comenta.

La vuelta apresurada a Cádiz ha trastornado todo el trabajo realizado entre madre e hija, volviendo de nuevo al punto inicial. Además, según asegura Silvia, con el fin del curso escolar «la niña ha vuelto a casa». Entre otros problemas, dice que «yo ahora voy al centro de salud para que me den los resultados de unas pruebas que se le hicieron en Algeciras y no me los dan al no tener su tutela. Necesito algún documento para poder rescatar todo porque puede tener un trastorno obsesivo depresivo». A esta queja suma el cambio del tratamiento en Cádiz, ya que afirma que «han dejado de darle la medicación que tenía recetada».

Una lucha que Silvia no piensa abandonar por su hija. «No es tan fácil dejar a tu hija en un centro. Si no le hiciera caso a mi niña, no estaría luchando así por ella», finaliza.