Sociedad

El incierto futuro del polémico Banco Vaticano

ROMA. Actualizado: Guardar
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Se comprendió al instante que uno de los lemas del pontificado de Francisco fue el que lanzó a los pocos días: «¡Cómo querría una Iglesia pobre y para los pobres!». Además prepara una encíclica sobre la pobreza. Si el IOR, el polémico banco vaticano, estaba en cuestión desde los escándalos de los 80 y por la resistencia a la limpieza interna con Benedicto XVI, en ese momento se colocó en el punto de mira. Francisco le ha lanzado dardos periódicamente y hay un dato claro: aún no ha recibido a su presidente, el alemán Ernst Von Freyberg.

Una de las últimas maniobras raras del secretario de Estado, Tarcisio Bertone, fue nombrarle dos semanas antes de la marcha de Ratzinger, aunque el puesto llevaba vacante nueve meses tras el despido fulminante de Ettore Gotti Tedeschi, dentro de la guerra interna. No se sabe qué pasará con el IOR y se especula sobre su cierre. Para calmar los ánimos el sustituto secretario de Estado, Angelo Becciu, aseguró que no será así, pero nadie apostaría por ello. Entretanto, en el IOR se desatan inéditas ansias de transparencia. El director general de la Autoridad de Información Financiera que lo controla, el suizo René Brülhart, dio una rueda de prensa y admitió siete casos sospechosos de blanqueo de dinero. En octubre publicarán en Internet sus balances.