María Luisa Merlo, de 71 años, tiene dos obras en cartel. :: LA VOZ
Sociedad

«He cogido lo que la vida me ha traído»

La intérprete representa mañana en el Falla junto a Juan Calot, 'Amores de fábula', una obra inspirada en los momentos más vibrantes de la literatura María Luisa Merlo Actriz

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Dice que no ha tenido la suerte de entender el amor entre un hombre y una mujer, y que sólo cree en él si se apellida incondicional. María Luisa Merlo (Valencia, 1941), hija, exesposa y madre de actores, cura las heridas del alma con su trabajo sobre las tablas. Mañana, junto a Juan Calot, representa en el Falla 'Amores de fábula', un espectáculo de Eduardo Galán y dirigido por Alejandro Arestegui que se centra en algunas de las más conocidas escenas románticas del teatro universal.

-¿Cuáles son las claves de 'Amores de fábula', la obra con la que acude al Gran Teatro Falla?

-Combina prosa y verso y es una historia de amor en la tercera edad, que es algo que se está produciendo ahora realmente. La gente no renuncia y hace muy bien. Es la historia de dos actores que han trabajado juntos y que también han sido pareja. Ella quiere retomar el tema y se va a buscar a su compañero, que está haciendo un recorrido teatralizado por un parque. Ella se lo va llevando al huerto en base a recordar los poemas que decían juntos en escena. La obra recoge muchos poemas de amor y muy conocidos por el público.

-¿Qué es lo que más le llamó la atención a la hora de escoger este papel?

-Volver al verso, porque fui pionera de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con Adolfo Marsillach como director, que nos enseñó a cambiar completamente la manera de decir el verso de forma que lo entendiera el público. Para eso, primero, lo tiene que entender muy bien el actor.

-¿Hay que hacer los clásicos para ser un buen actor?

-No necesariamente, pero sí te dan una dicción que estamos echándola mucho de menos en los actores. Esto de hablar deprisa y sin ritmo es impuesto por los directores. Es un falso naturalismo, porque la gente de la calle no habla así.

-Le molesta mucho la vulgaridad de la sociedad española, ¿es la cultura clásica un buen remedio?

-Se es vulgar no sólo aquí, sino en todo el mundo. Pero no me molesta sólo la vulgaridad, el problema de fondo es que no importa nada más que el dinero. Y el dinero es importante, pero tampoco es la vida, el dinero y el consumismo... Me parece que se está demostrando que el mundo necesita un cambio.

-Es difícil hablar del amor en teatro cuando hoy por hoy parece que no es precisamente lo que mueve al mundo...

-El amor está ahí de todas formas. Lo que habría que aprender es el amor incondicional, porque el otro está trayendo asesinatos, violencia de género. Ese amor pasional es terrorífico, habrá que aprender un amor un poco más sereno.

-¿Qué ha sido más importante en su vida, el amor o la amistad?

-La amistad es mucho más importante para mí. El amor entre hombre y mujer no he tenido la suerte de entenderlo. Sí creo en el amor incondicional.

-Está que no para, ¿es el trabajo una terapia?

-Me encanta trabajar, lo único que me molesta son los viajes, me gustaría hacer más funciones en la misma ciudad. Pero el momento de salir a escena sigue siendo mágico. Este año he vivido momentos muy tristes, ha desaparecido gente a la que quería muchísimo como el padre de mis hijos, con el que me llevaba mejor al divorciarnos que durante el matrimonio. A mí salir al escenario y soltar mis sentimientos me viene genial.

-¿Cómo lleva la esquizofrenia de representar varios papeles al mismo tiempo?

-Hay que estar muy centrada, todo lo contrario a ser esquizofrénica. También tengo la suerte de tener muy buena memoria, a pesar de que he cumplido los 71 años.

-¿Es cierto que ha declarado que no ha llevado su carrera de una forma no muy inteligente?

-En este país es muy difícil llevar una carrera porque todo cambia a una velocidad de vértigo, no se estabilizan las cosas. El cine, el teatro o la televisión que yo conocí han desaparecido. Tanto cambio cuesta muchísimo. Mi carrera ha ido sola, me la ha hecho el público, pero no pienso que por eso no haya sido inteligente.

-¿Cambiaría algo?

-No, yo no cambio nada de mi pasado. He cogido lo que la vida me ha traído.

-¿Está el teatro en horas bajas?

-Estamos aterrados porque esto dura mucho ya. Está claro que la cultura es la última cosa en este país. No interesamos mucho porque somos muy protestones.

-Curiosamente, dicen que ahora se hacen mejores creaciones...

-En estos momentos la gente se espabila y también digo que por ejemplo en Madrid no van tan mal los teatros. Lo que pasa es que llega un momento en el que deja de haber público porque se acaba la gente que puede permitirse una entrada. Entonces lo que antes duraba dos años, ahora dura tres meses.

-¿Cómo vive una familia de actores y productores una crisis como ésta?

-Luchando, luchando contra viento y marea. Lo del 21% del IVA es un asesinato a la cultura, es indignante, no ocurre en ningún otro país de Europa. Dicen que nos gobierna Angela Merkel, pero si a ella se le ocurre hacer esto en Alemania, se la comen. Somos muy pacientes, demasiado. La gente está harta de que le hablen de la crisis y de la corrupción y si tiene un duro se lo gasta.

-A su nuera le cayó un aluvión de críticas por sus declaraciones en la gala de los Goya, ¿tiene algo que decir?

-En una democracia, cuando la gente como mi nuera lleva desde los 14 años trabajando como una burra sin explotar a nadie, no como las grandes empresas, esa gente tiene derecho a decir lo que le de la gana, y si encima tiene un sitio en el que lo puede escuchar mucha gente, pues mejor. He oído una sarta de idioteces, como que iba vestida de Dior y esos vestidos nos los deja Dior para este tipo de galas. Los artistas molestamos mucho porque tenemos un poder de comunicación tremendo.

-Pero el público de a pie también se molestó...

-Este es un país raro, en el que la gente piensa que los actores somos ricos. Todo lo que tenemos es gracias a nuestro sudor, lágrimas e, incluso, salud y no explotando a nadie como las grandes empresas.