Economia

Demasiados modelos de contratos para tan poco empleo

España cuenta con 41 modalidades de contratación por las bonificaciones y los empresarios piden su reducción

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El segundo de los doce trabajos de Hércules fue matar a la Hidra de Lerna. El monstruo de las nueve cabezas (o siete o cien, según quien lo cuente) tenía la particularidad de que cada vez que le cortaban una cabeza le aparecía otra. Hércules atizaba con su espada, pero a cada cabeza cortada le sucedía otra aún más fuerte. Al final, consiguió acabar con la hidra con ayuda de su sobrino que quemaba cada cuello cortado para evitar que renacieran las cabezas.

El sistema de contratos español, como la hidra, tiene varias cabezas y cada vez que se elimina una modalidad aparecen otras nuevas. Las últimas fueron aprobadas el pasado mes de marzo dentro de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven. Hay más de 41 modelos de contratos, aunque englobados fundamentalmente en tres tipos: indefinidos, temporales y de formación; y dentro de ellos pueden ser a tiempo completo o a tiempo parcial. Los empresarios se quejan de que son demasiados tipos, pero ¿por qué hay tantos?

Las diferencias fundamentales para los que están englobados dentro de cada uno de los grandes tipos son las bonificaciones en las cotizaciones sociales o incentivos con el fin de incentivar la contratación de uno u otro colectivo. Los gobiernos españoles tienden a utilizar el modelo de contrato «como una política activa de empleo», señala Angels Valls, profesora de Recursos Humanos de Esade, que lo ve poco adecuado. No se puede confundir el debate de los modelos con las posibilidades de contratación, explica Valls, ya que el empleo tiene más que ver con la situación económica y la demanda. Además, Valls matiza que se está confundiendo el problema del desempleo con el del paro juvenil cuando el 80% de las personas que no tienen trabajo son mayores de 30 años. «Aún compartiendo la preocupación por el desempleo juvenil, eso no debe llevar a confundirnos», añade.

Federico Durán, socio director del área laboral de Garrigues, que fue presidente del Consejo Económico y Social entre 1992 y 2001 y de la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos de 1986 a 1992, considera que hay que revisar todas las modalidades de contratos para «adecuarlas al modelo productivo» ya que «son muy antiguas». Proceden de los años sesenta, y no están adaptadas a las nuevas necesidades. Pero Durán va más allá y asegura que «no es un problema de modalidades, sino de libertad contractual». Pone de ejemplo a Holanda, donde la empresa y el trabajador se sientan a configurar el contrato sin tener que adaptarse a un modelo concreto. A su juicio, un contrato único «es imposible». «¿Por qué para sustituir a una trabajadora de baja por maternidad el empresario va a tener que hacer un contrato indefinido?», pregunta.

De emergencia

Sin embargo, Durán sí propone un 'contrato de emergencia' que permita al empresario contratar durante la crisis y si más adelante no consolida las ventas, la línea de producción o el negocio, poder prescindir del trabajador con una indemnización reducida y sin pleitos.

«El problema es que las empresas no contratan por la situación de incertidumbre, y no hay razón para que los contratos no se sometan también a esa incertidumbre». Durán cree que si se hubiera puesto en marcha este tipo de contrato cuando comenzó la crisis hubiera incentivado el empleo. El modelo de emergencia se permitiría durante un plazo concreto, dos o tres años, lo que se estimara que quedan hasta salir de la crisis. Durán, como la CEOE, entiende que tiene que haber diferentes tipos de contratos adaptados a las necesidades de cada sector: no es lo mismo el sector del automóvil, que podrá ligar el contrato a un producto, que el turismo, explica.

Precisamente los contratos temporales de obra o servicio y los temporales por circunstancias de la producción son los más utilizados, representan cerca del 80% de los contratos que se firman cada mes, mientras que los indefinidos no llegan al 10%. Para la secretaria de Empleo de CC OO, Paloma López, lo que hay que ajustar es el volumen de contratación temporal, que es muy elevada en España. López reclama al Gobierno un control riguroso de la utilización de contratos temporales para que se vinculen de verdad a una causa. El presidente de la CEOE, Joan Rosell, recalca que los empresarios no quieren bonificaciones en los contratos, que no sirven para incentivar el empleo. CC OO coincide en este aspecto con la patronal, pero lo explica porque «prácticamente todo está bonificado y los incentivos funcionan cuando se centran en un colectivo concreto».

Paloma López defiende que sería preferible que el Gobierno invirtiera el dinero destinado a bonificaciones (más de 2.000 millones de euros cada año) a programas de formación y aprendizaje, a mejorar la cualificación o a la inserción laboral. Descartado el contrato único, el Ministerio de Empleo no prevé reducir tipos de contrato, sino «simplificar los trámites para que los empresarios sepan cuál les conviene más», aseguran fuentes del departamento que dirige Fátima Báñez. Los trabajos de Hércules se dejarán para otros.