Los autores de 'Desayuno con partículas', Sonia Fernández-Vidal y Francesc Miralles. :: R. C.
Sociedad

«La teleportación ya es posible en laboratorios»

La científica Sonia Fernández-Vidal trata de acercar la física cuántica al ciudadano de a pie en 'Desayuno con partículas'

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Teletransportarse, estar en varios sitios a la vez, poder atravesar paredes. ¿Ciencia ficción? No, realidad. Al menos en el mundo subatómico. «La segunda ley de Arthur C. Clarke dice que para conocer los límites de lo posible hay que ir más allá, a lo imposible», explica sonriente Sonia Fernández-Vidal (Barcelona, 1978). Esta doctora en física cuántica se ha atrevido con un reto tan complejo como su ciencia: acercar al ciudadano de a pie los secretos de un mundo dominado por los alocados electrones, fotones y bosones. Y sale airosa. 'Desayuno con partículas' (Plaza Janés) es un libro divulgativo -el tercero de la autora- con el que ayuda a comprender a todos los públicos parte de esta física a través de fábulas, metáforas, alegorías e incluso viajes en el tiempo. Para ello cuenta con la ayuda del periodista Francesc Miralles (Barcelona, 1968), un hombre «de letras» que se pondrá en la piel del lector para formular sus preguntas y dudas a cada paso.

«Sonia escribía y yo ejercía de censor. Le decía esto no, es muy difícil», comenta desenfadado Miralles. Y es que el mundo subatómico podría parecer un mundo mágico. Las partículas a esos niveles microscópicos se comportan de manera completamente distinta a la física clásica. Tienen el don de la ubicuidad, es decir, pueden estar en varios sitios a la vez. «En un cruce, girarían a la izquierda y a la derecha», explican. Todas las probabilidades posibles se darían. Es lo que se conoce en física cuántica como superposición.

Sin embargo, las partículas son muy frágiles y pierden estas características especiales al entrar en contacto con el mundo macroscópico. Es decir, que en el momento de ser observada y medida una partícula solo tomará el camino de la izquierda o de la derecha. Entender la decoherencia -la pérdida de esas cualidades- es uno de los grandes retos de la ciencia en la actualidad. «Comprender esta transición de lo cuántico a lo clásico nos ayudaría a desarrollar estas tecnologías», reconoce la científica catalana.

Y es que un tercio de la economía se basa en la física cuántica. Sus aplicaciones pueden verse en los ordenadores y teléfonos. O en los avances médicos, como los detectores de cánceres. Pero también en acciones tan cotidianas del día a día como cuando se abren las puertas del supermercado o al calentar la leche en el microondas. Sin embargo, el futuro es aún más prometedor con nuevas tecnologías en ciernes. Es el caso de los ordenadores cuánticos, que lograrían hacer múltiples operaciones de manera simultánea.

Sin embargo, los investigadores van más allá y, haciendo caso a las leyes de Clarke, se atreven con conceptos más propios de la ciencia ficción. «Algo que veíamos en Star Trek ya se está produciendo en los laboratorios», resalta emocionada Sonia al hablar de la teleportación. Eso sí, a nivel subatómico, donde ya han conseguido teletransportar información a través de fotones. Los humanos aún deberán esperar un poco para emular a los tripulantes de la 'Enterprise', aunque la divulgadora recuerda que «teóricamente» es posible. «Ahora, yo por si acaso no sería la primera», bromea.

Sacerdotes modernos

La ciencia parece tener capacidad para convertir los sueños en realidad, aunque deban transcurrir siglos para lograrlo. «Queda tanto por descubrir que autoponernos límites es una temeridad», considera la autora de 'La puerta de los tres cerrojos'. Y es que la ciencia se ha convertido en la nueva religión. Una comparación que la investigadora no comparte y considera un «peligro». «Muchas veces a los científicos se nos está poniendo en la figura del sacerdote moderno y eso es un error», sostiene.

Sin duda, a nivel de física cuántica los trabajos más ambiciosos en la actualidad se realizan en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN en Ginebra, donde la física catalana trabajó. En ese gigantesco acelerador de partículas subterráneo de 27 kilómetros los científicos han descubierto a un 99,99% el bosón de Higgs. «Se me puso la piel de gallina», explica la científica al recordar el momento del anuncio.

Pero para lograr esos avances se requiere invertir en I+D, algo poco usual en España, donde los científicos denuncian los continuos recortes. «Está demostrado que la inversión en ciencia es rentable», dice Miralles. «El problema es que los beneficios son a medio plazo y el político quiere resultados antes de las próximas elecciones», añade.