Sociedad

«Los artistas hoy se aíslan de la realidad»

El pensador y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales analiza el cambio de paradigma que introdujo la pintura holandesa en el siglo XVII Tzvetan Todorov espera que la regresión ultraliberal sea un paréntesis en la historia de las democracias

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«Espero que la regresión en los derechos sociales y la oleada ultraliberal que alienta el desmantelamiento de la legislación social sea un paréntesis en la historia europea, que sabremos recuperar el espíritu plenamente democrático». «El liberalismo es una parte de la democracia, pero no es su único ingrediente ni su esencia». El deseo y el análisis parten de Tzvetan Todorov, (Sofía, 1939) uno de los más lúcidos pensadores en el tránsito del milenio. Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, ofrece al lector español su ensayo 'Elogio de lo cotidiano' (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores). Es un análisis del crucial cambio de paradigma plástico introducid en el siglo XVII por maestros de la pintura holandesa como Rembrandt, Vermeer o Franz Hals. Si aquellos apostaron por el apego a la vida y lo cotidiano, lamenta Todorov que «los artistas se desconecten hoy de la realidad de la vida y se encierren en su mundo».

Todorov se confiesa optimista y asegura que el desmantelamiento del sistema de protección y la legislación más social «mediante una ideología que propugna que el individuo es autosuficiente no es algo irreversible». Es obvia la regresión en una larga marcha de conquistas que arrancó tras la Revolución Francesa y llega hasta el final de la guerra fría. «Pero la historia de las civilizaciones y de la humanidad se escribe con otro ritmo» de modo que para Todorov la grave regresión en derechos yconquistas sociales en los últimos treinta años «no será definitiva». «Reservar al mercado el papel liberalizador como si fuera la nueva Providencia es confiar en una fe insostenible que me recuerda a la fe que en siglo XV lo confiaba todo a Dios y que por fortuna se superó» dice el autor de ensayos como 'La experiencia totalitaria' o 'Los enemigos íntimos de la democracia'.

Asegura Todorov que Francia y España «viajan en el mismo barco» pero muestra su cautela ante el fenómeno de los escraches. «No habitamos en campos de concentración y organizamos nuestra convivencia estableciendo límites», apunta. «No podemos confiarlo todo a una acción inspirada a veces en la indignación y la ira. Si nos dejamos llevar por la cólera se pueden producir gestos y acciones de las que nos arrepintamos» señala. «La violencia no es nunca el camino para lograr los cambios que son necesarios» destaca.

'Elogio de lo cotidiano' es uno de los pocos ensayos de este lingüista, filósofo, historiador, crítico y teórico literario de origen búlgaro que no se había traducido al español. Analiza la crucial transformación de la pintura occidental que germinó en los Países Bajos en el siglo XVII «pasando de lo ideal a lo real». «A través del arte se comenzó a buscar la belleza en lo que rodea al hombre, evitando la idealización que suponía pintar ninfas, papas, santos, dioses y buscando convertir en bello aquello que antes no lo era» señala.

Un cambio sustancial que a juicio de Todorov «facilita descubrir y explicar las grandes corrientes subterráneas que mueven la historia de las sociedades humanas». Se pregunta Todorov por las razones y el alcance de esa transformación que se operó en la edad dorada de los Países Bajos y analiza su reflejo en los cambios más profundos en la sociedad europea. De la representar de personajes legendarios o mitológicos, los pintores holandeses pasan a celebrar la belleza de las escenas de la vida cotidiana y «conceden la mujer un protagonismo inédito en un cambio radical que afectará a otras sociedades y a la historia de la humanidad».

¿Qué nos enseña hoy, amenazados por nuevas formas de degradación de lo cotidiano que propicia la vida moderna e industrial?. «Que el arte visual estuvo muy ligado a la representación del mundo hasta la primera Guerra Mundial, pero desde el final de la segunda se ha producido un gran distanciamiento». «Los artistas no buscan intervenir en el mundo en que vivimos, algo que acaso haga mejor la literatura y el cine. El arte actual se distancia de la vida y los artistas se encierran en su mundo, y lo lamento», resume sobre un ensayo que conecta con 'Elogio del individuo' y que continuará con 'Elogio del ilustración'.