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Anegados

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Mirando al cielo. Esperando que los nubarrones se alejen y los embalses se tranquilicen. Así llevan ya dos semanas los vecinos de las Pachecas, la Ina o la Cartuja. Las lluvias de estos días les han recordado aquellas impresionantes imágenes de las que ellos mismos fueron protagonistas en febrero de 2010 cuando el agua anegó y enfangó sus vidas por completo. Todavía hoy siguen recuperándose y cualquier atisbo de tormenta les hace temblar. Encima, esta vez la cosa está bastante peor. Ya no hay tanto trabajo en el campo, ni tampoco se sirven los mismos platos que antes en la venta. E, incluso, muchos de ellos se han marchado a otros países a buscar lo que antes tenían en casa. Las circunstancias habrán cambiado algo pero el peligro sigue siendo el mismo. La lluvia no entiende de carteras, subsidios o nóminas porque por mucho que se intente, a la naturaleza no se le puede poner puertas.

Y es en este punto donde hay que buscar a los responsables. No vale con lamentarse y llorar desconsoladamente porque el río ha acabado con lo que tenías. Quizá, hay que señalar a quienes permiten que eso ocurra cada vez que un temporal se avecina. Y los primeros son los que, sin atender a ninguna ley, han construido donde les ha dado la gana. Por desconocimiento, incultura, dinero o por cara dura se han saltado todas las normas urbanísticas y medio ambientales posibles y han puesto ladrillos allí donde les ha parecido bien. Las zonas inundables o los espacios protegidos se llaman así por algo. Y es justo eso en lo que no se repara aunque luego se pide sin ningún escrúpulo ayuda para salir de allí.

Pero no sólo son responsables aquellos propietarios que levantan sus casas en sitios prohibidos, sino también, y quizá más, aquellos que lo permiten o permitieron. ¿O es que no se dan cuenta de que además de poner vidas en peligro, el dar servicios y poner en marcha todos los dispositivos de rescate una y otra vez nos cuesta el dinero a todos? ¿No sería mejor vigilar e impedir estos asentamientos para, primero, no tener que lamentar desgracias, segundo, no gastar miles de euros que no se tienen y, tercero, ser más justos con todos aquellos que sí cumplieron las normas aunque les saliera mucho más caro?