Nicolás Maduro junto a su esposa y procuradora general de la República, Cilia Flores. :: T. BRAVO / REUTERS
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El sexo se cuela en la campaña venezolana

Tras salir al paso sobre su hombría, Nicolás Maduro llama «mariconzones» a la oposición y se retracta tras la protesta del colectivo de gays y lesbianas

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Los grafitis aparecieron hace un día en la pared de los tribunales y del Consejo Nacional Electoral, en el centro de Caracas, cerca de la Asamblea Nacional. Frases escritas con molde y aerosol: «Uh, ah, Nicolás sí va», «Chávez por siempre. Maduro presidente», «Con Maduro vamos más duro», junto a las típicas que nutren cualquier ladrillo de «Chávez corazón de mi patria» y una nueva: «Gloria al bravo Chávez», que parafrasea la primera estrofa del himno nacional (Gloria al bravo pueblo). El rostro claroscuro de Maduro, al estilo Che Guevara, aparece por primera vez en los muros de Caracas. Se le dibuja, con su tupé y su bigote, al lado del icono de Chávez con boina, dentro de un círculo. Un redondel que bien podría ser un corazón, por las tantas veces que se ha invocado al fallecido presidente vinculado a esa palabra.

El discurso de idolatría y evocación, el rancio culto a la personalidad de Chávez, es el arma política más eficaz que tiene Maduro para capitalizar la fidelidad irracional de los votantes que han apoyado la larga tanda de elecciones y referéndum en que se ha apoyado el Gobierno para controlar el poder de forma casi absoluta. Para apelar a ese fondo sentimental, el heredero del líder bolivariano ha actuado con histrionismo en sus alocuciones, alzando la voz, desgarrándola, quebrándola. Como un actor en un 'casting', ha mostrado la plasticidad de su cara, llevándola de colérica a llorona en cuestión de segundos.

La mezcla de rumor y humor venezolano se ceba en cualquier circunstancia y se expande en la opinión pública con fuerza notable. Por ejemplo, comienza a circular un chiste: Antes había una sola manera de salir de Cuba, pero ahora hay dos: en balsa y embalsamado). Y las palabras de Maduro que, en no pocas ocasiones, resultan cursis, enamoradas, comienzan a hacer mella. «Con su permiso, comandante, puedo decir aquí que logré descifrar el alma de Hugo Chávez, el hombre, al que logré conocer desde cerca y desde adentro», dijo después de inscribir su candidatura.

Su rival, Henrique Capriles, aprovecha cualquier desliz y golpea en el flanco débil. El machismo es un factor que tomar en cuenta. No en vano algún necrológico del expresidente se titulaba: «Las mujeres de Chávez». Maduro, primero, le salió al paso a la «vaciladera» popular. En el mitin que hizo cuando presentó su candidatura, el lunes pasado, dijo:

-¡Yo sí tengo mujer! ¿Oyeron? ¡Me gustan las mujeres!

En ese momento se acerca al estrado la esposa de Maduro, Cilia Flores, una mujer de mediana edad, cabello largo negro, gafas de pasta. Y se hace un gesto cariñoso, una sonrisa de complicidad.

La multitud empieza a gritar: «Beso, beso, beso».

-Pero. duda Maduro.

El público insiste: «Beso, beso».

Cilia está muy cerca. Maduro la toma con fuerza de un brazo, la gira un poco más, murmura algo a su pareja y acerca un beso que trastabilla en los labios. Después retoma el verbo:

-Qué bueno es un beso de una mujer, ¿verdad? O de un ser que uno ama.

Hace unos meses, durante el acto de conmemoración del golpe de Estado de abril de 2002, Maduro arremetió contra sus contrincantes: «Así será la calaña de estos sifrinitos (pijos), mariconzones y fascistas que pretenden dar lecciones al pueblo de Venezuela pero no han podido con el estirpe libertador de nuestro pueblo». La respuesta no salió de los aludidos, Capriles y el alcalde de Chacao, Leopoldo López, sino del Colectivo Venezolano de Gays y Lesbianas, que emitió un comunicado con las declaraciones de su portavoz José Merentes: «Estas expresiones nos parecen absolutamente inaceptables, más viniendo de un alto representante del Estado, porque desdicen los compromisos constitucionales en materia de derechos humanos que tiene el Estado frente a las minorías sexuales (.) Exigimos que no se utilice la diversidad sexual como arma arrojadiza, como ofensa, porque denigra la condición de las personas homosexuales (.) Hay homofobia».

Expresiones machistas

La posición del colectivo se publicó incluso en los foros de Aporrea, un medio digital que advierte, en su 'banner' de presentación que «no se acepta propaganda opositora ni golpista». Un lector, Socialista rojo, intervino en los comentarios y dice (sic):

«Es que los gay ahora andan sencibles? No joda, toda la vida al cobarde se la ha dicho maricón, déjense de pendejadas».

Otro, Argento, le respondió:

«Queda muy contradictorio que (.) se use esas expresiones, más machistas que homofóbicas (.) Han acusado a Venezuela (again) de homofobia, justamente por este tipo de expresiones de altos funcionarios en relación a la rata golpista esta (Enrique Capriles), que tiene tantos puntos para pegarle duro que agarrarse de su supuesta homosexualidad (.) es una paparruchada de Maduro».

Entonces, Maduro utilizó el canal estatal, Venezolana de Televisión, para disculparse con los colectivos: «Yo le pido disculpas, le pido perdón, a quien se haya sentido agredido por una expresión que tenía otra connotación».

Al contrario de lo que hacía Chávez, que marcaba la agenda, Maduro se muestra inquieto e impaciente, y responde casi de inmediato a los ataques de Capriles. Pero la campaña solo ha comenzado. Será corta y agresiva. Un todo vale. Se intentará estirar la primera función, las exequias del expresidente, pero las filas de gente que aguardan para ver el cuerpo menguan. Ayer en la tarde habían disminuido de forma notable, menos de la tercera parte de lo que fue el domingo. El circo previo con chiringuitos de venta ambulante de comida, camisetas, banderas y bebidas todavía estaban en menor número y sin compradores. Las tarimas donde se programaron conciertos de música llanera, ya no tenían público. Después del viernes, cuando lleven el féretro al Museo Militar, será el turno de las declaraciones, cada vez más fuertes.