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Sábado de Carnaval

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De nuevo sábado de Carnaval y la misma sensación de todos los años: No salgo para pasar un mal rato. Solo la perspectiva de la vuelta cuando uno vive más allá del Pirulí ya decepciona, incluso cuando se disculpan el macrobotellón, la suciedad y las aglomeraciones de una noche en la que la ciudad debería ofrecer su mejor carta de presentación. «Es el Carnaval de los de fuera», se repite con frecuencia, como si ese primer día de fiesta, con los primeros premios del Concurso actuando en la calle, se pudiera coger con menos ganas. O no hubiera que hacer esfuerzos porque la asistencia está garantizada.

Y cada año la misma letanía y las mismas escenas a la hora de regresar a casa. Justo en el momento en el que uno se acuerda de los refuerzos del transporte público que vio publicados días antes en la prensa bajo el título de 'Activado el plan especial de Carnaval': autobús urbano, interurbano y tren, no se escapa uno. Y que no aprendamos. Será que resulta imposible poner orden en los servicios, establecer lanzaderas que agilicen el trayecto y movilicen la tremenda cola que se organiza. Una alternativa sería reducir el número de paradas y que los vehículos puedan recorrer la distancia en menos tiempo. De esa manera también sería posible que los usuarios que quisieran subir más adelante tuvieran posibilidad de hacerlo al bajar un mayor número de personas y no se quedaran pasmados mirando como pasa uno tras otro completo.

Y tampoco resulta lógico que líneas como la de San Fernando supriman el servicio desde la 1.30 hasta las 5.00, sin que quede la alternativa del tren. Solo con un transporte público eficaz se evitan los embotellamientos a la entrada de la ciudad y el regreso a casa en coche, otra alternativa difícil cuando resulta imposible encontrar un hueco libre para aparcar, ni gratis, ni de pago. Seamos razonables, ante la limitación del espacio de la ciudad poco se puede hacer, pero sí es posible darle vueltas al problema y probar sistemas distintos, porque un plan especial de Carnaval no debe ser solo mover la primera parada ni sacar toda la flota a la calle. Es el momento de aprovechar mejor los recursos y encontrar las soluciones más sensatas.