Catalina Herrera, la fundadora de la venta junto a su marido, posa junto a su hijo Antonio Rodriguez Herrera y una de sus nietas, Isabel Mansilla. :: COSAS DE COMÉ
Sociedad

Campo auténtico

Puede disfrutar de sopas servidas en dornillos, buñuelos o tortas para merendar y desayunos con pan 'cateto' que elaboran en horno de leña La Venta Patrite, situada en las afueras de Acalá de los Gazules, ofrece platos singulares

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Fue allá por 1953, recuerda Catalina Herrera. 78 años, sonrisa de esas bonachonas y una toquilla para combatir el frío. «Perdona que me siente, hijo», dice señalándose las piernas, hinchadas, de tanta faena. A su lado, Isabel Mansilla, su nieta, que ayuda los fines de semana a la familia en la venta, escucha atenta.

«Cogíamos un lebrillo con agua fresca y allí metíamos unos refrescos para los que pasaban. Si uno tenía hambre pues se le ponía de lo que comíamos nosotros».así empezó todo.

La Venta Patrite está en pleno campo. La vista es de esas que relaja. Todo está verde reluciente porque con las lluvias el campo sonríe en verde. A lo lejos las montañas del parque de Los Alcornocales. Al lado pastan cabras y vacas. Junto a la venta un camping donde va la gente que quiere conocer la naturaleza de cerca y un letrero de se alquilan caballos para dar paseos y tener la sensación de ser campero por unos momentos. a los de ciudad nos gustan esas cosas.

En Patrite tienen esa rara habilidad de los venteros de hacerte sentir como en tu casa desde el primer momento. Lo bueno es reservar, señala Isabel. Pero ha habido suerte. Hemos llegado temprano y hay mesa en el comedor principal. En el patio hace un poquito de fresquibiri aunque el sol reinaba ese día en Alcalá. Cuando mejore el tiempo se llenará todo. Ahora, lo mejor, es ponerse al calor de la chimenea. Hay una en cada salón. En la pared color albero, coronada con techo metálico, cuelgan decenas de aperos de labranza. Hay desde un cuadro de la Virgen, para que bendiga la estancia, hasta viejas planchas, tijeras, jaulas de pájaros.de todo.

En las mesas, los manteles de a acuadrito en celeste y blanco ya te ponen en situación. Para los cubiertos han tenido un detalle de coquetería: tenedor y cuchillo están envueltos en una servilleta verde de papel cerrada con una cuerdecita hecha de palma. Isabel atiende, pero como si estuviéramos en su casa. Lleva puesto un delantal verde a rayas y debajo un jersey polar de los del Decathlon. No hay carta. Ella te cuenta y toma nota en un blog. Para beber recomienda «el vino de la casa», un «rebujito» que hace su tío Antonio con vino fino y moscatel.¿en copa de Baviera?, 'tes qui ya', en vaso de café.pero está fresquito y el primero cae casi del tirón.

El refrito

Isabel pregunta si sabemos lo que es el refrito. Contestamos que vamos a tiro hecho. El sitio es de los más recomendados por los tapatólogos de Cosasdecome. Somos atendidos por una ingeniera informática que está preparando su trabajo fin de carrera, pero tienes la sensación de que para ella más que un trabajo es como si estuviera atendiendo a un familiar lejano que ha venido a verlos desde Badalona. Ha estado fuera con el Erasmus, pero le gusta, cuando puede y le dejan los estudios ayudar a la familia. Saben que están «en la gran puñeta» y es fundamental el boca a boca, que el cliente se vaya satisfecho. Todos son facilidades. Le decimos que queremos probar «cositas» e Isabel sugiere que nos tomemos unas tapas, un menú degustación de gastro bar. No hay aires, ni espumas, ni crujientes.pero si un montón de papas fritas. Menú largo y estrecho al estilo de Alcalá y en pleno campo, lo que hubiera dado Ferrá Adriá por estar aquí.

La atracción de la casa es empezar con una sopa pero de esas contundentes, en las que no hay caldo por ningún sitio. Son sopas casi sólidas. Se puede elegir entre el gazpacho caliente o el refrito. Los dos se sirven humeantes y en un dornillo, el antepasado de las ensaladeras. Los dornillos, que todavía se encuentran en algunas tiendas de artesanía, son unos recipientes hechos de madera tallada. La finalidad era preparar ahí la sopa y comérsela en el mismo sitio.cuestión de economía que en lo del campo es muy importante.

Primero y segundo

En todas las mesas hay sopa y ya luego «el segundo plato», aquí lo de entrantes y plato principal no se estila. Hay muchos clientes que prefieren hacerse el segundo plato a la carta: Papas fritas, huevos fritos y ya luego unas rebanás de chorizo frito, un poquito de venado, unas albóndigas o pollo.o de todo. También se ve el «cuchará y paso atrás», generosas fuentes de carne de 'venao' en el centro y la gente pinchando a 'tutiplén' carne y papas.

Nosotros, que somos de 'investigá', optamos por algunas de las estrellas de la casa. Isabel propone los chicharrones y unas albóndigas de venado y nosotros añadimos una debilidad personal, la 'carrillá' «en salsa». Todo lo que lleva el apellido en salsa, siempre promete. Los chicharrones son al estilo de la Sierra de Cádiz, trozos de carne «entreverá» con tocino fritas en manteca. No son tan crujientes como los de Chiclana, que son de pella, pero aquí hay más carne. Al 'lao' su 'fritá' de papas, aunque sea en tamaño tapa.

La venta se vacía. ¿Un postrecito?.todo es casero. Hay natillas, flan, peras al vino, compota de membrillo. No podemos más pero la gula es la gula. «Pon arró con leche pa los dos». Por el lado pasan también cafés de pucherete. «El auténtico de pueblo», dice a sus acompañantes uno de la mesa de al lado. El camarero se pasea por las mesas vendiendo numeritos de la Once y a la vez te ofrece un chupito de licor. No viene mal para bajar «tanta caloría». Son 22 euros, impresos en una servilleta, aquí todo es casero.