Jóvenes lealistas protestan en una calle de Belfast. :: REUTERS
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Líderes norirlandeses dialogan para contener la creciente ola de disturbios

LONDRES. Actualizado: Guardar
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Las calles de la capital norirlandesa amanecieron ayer entre los restos de una batalla campal. Cócteles molotov, petardos, vehículos quemados, piedras y pelotas de golf fueron el principal ingrediente de una tercera noche de disturbios por la decisión del ayuntamiento de Belfast de reducir el número de días en los que ondeará la bandera británica. La radicalización de las protestas -organizadas por lealistas- obligó ayer a reunirse a representantes de partidos políticos y líderes religiosos para intentar buscar una salida a la creciente violencia.

«Debemos encontrar una solución a esto, pero no sé cómo lo haremos», señaló Robin Newton, del Partido Democrático Unionista (DUP), quien a su vez denunció que la supuesta falta de implicación de los organizadores de las manifestaciones estaría dificultando que se vislumbre un final a los enfrentamientos. Más pesimista de alcanzar un resultado positivo se mostró Michael Copeland, del Partido Unionista de Ulster, debido a la aparente falta de liderazgo de las manifestaciones violentas.

Para tratar de controlar al centenar de lealistas que se movilizaron el sábado, las fuerzas de seguridad tuvieron que hacer uso de balas de plástico y cañones de agua. Un agente resultó herido, si bien no requirió cuidados hospitalarios, y se practicaron «varias» detenciones.

Desde el pasado 3 de diciembre, jóvenes protestantes han llevado a cabo una continua campaña de rechazo a la medida adoptada por el ayuntamiento para que la bandera británica ondee solo en ciertos días del año, tal y como ocurre en otros edificios gubernamentales y en el castillo de Stormont, sede de la Asamblea autónoma. Hasta ese momento, la Union Jack figuraba a diario en la fachada del consistorio.

El presidente de la Federación Policial Norirlandesa, Terry Spence, aseguró a los medios locales su convicción de que la oleada de ataques han sido orquestados, en el caso del este de Belfast, por el supuestamente inactivo grupo paramilitar protestante Fuerza de Voluntarios de Ulster (UVF). Por el contrario, algunos lealistas explicaron a la BBC que los disturbios fueron originados después de que varios manifestantes fueran atacados primero por republicanos.