La canciller Angela Merkel -en la imagen, con el presidente de la Comisión- considera que la política europea «se ha convertido casi en política interior para Alemania». :: AFP
Economia

Todos pendientes de Alemania

Merkel se juega este año su reelección, por lo que tomará decisiones europeas buscando el aplauso de su electorado

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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El 2013 no será solo un año más de crisis de la zona euro; será además un año electoral en Alemania, por lo que las decisiones que se tomen en el entorno de la Unión Europea marcarán sin excepción la campaña electoral y la crónica de un desenlace anunciado, donde según todos los sondeos los alemanes concederán a la canciller, Angela Merkel, otros cuatro años más al frente de la mayor economía de Europa. La única incógnita parece ser con quién gobernará, ya que su actual socio en el Gobierno, el partido liberal (FDP), se encuentra tan debilitado que ve peligrar incluso su presencia en el Parlamento.

El último sondeo elaborado por Forsa antes de acabar el año arrojó el mejor resultado desde marzo de 2006 para el partido de la canciller, la Unión Cristianodemócrata (CDU), y sus aliados bávaros de la Unión Cristianosocial (CSU), al alcanzar el 41% de la intención de voto, frente al 27% del Partido Socialdemócrata (SPD), con Peer Steinbrück a la cabeza. El candidato del SPD y antiguo ministro de Finanzas en el primer Gobierno de Merkel -durante la Coalición entre el SPD y la CDU en la pasada legislatura- no consigue hacer sombra a su antigua socia.

A pesar de los buenos resultados en todos los sondeos, la mandataria alemana es consciente de que debe andar con pies de plomo hasta la cita con las urnas de finales de septiembre. Cualquier decisión tomada en el interior de la Unión Europea puede provocar un castigo en las urnas. Nueve meses es mucho tiempo y el actual panorama favorable a la CDU de Merkel podría dar un vuelco. En el Gobierno alemán son conscientes de ello y por eso han intentado aplazar todas las decisiones candentes de la UE para después de esa cita electoral.

La mano dura de Merkel y su capacidad para imponerse a los demás, tan criticada desde el exterior, es vista con buenos ojos por los alemanes. La canciller alemana parece haberse convertido en la canciller de Europa, como titulan algunos medios alemanes. «Es la mujer hacia la que mira Europa», escribía recientemente la prestigiosa revista 'Der Spiegel'. «Es la mujer que en estos momentos tiene en sus manos el destino del continente. Ningún otro canciller alemán ha sido tan poderoso como ella», agregaba la publicación. Se ha convertido en la política con más poder en la UE y al mismo tiempo en la más odiada, sobre todo en los países del sur de Europa.

Sin embargo, la 'canciller de hierro', como no pocos la han calificado, cuenta con el apoyo de sus ciudadanos. Alemania tiene mucho en juego; en concreto, 400.000 millones de euros en forma de garantías para intentar aplacar el fuego que azota sin clemencia la zona euro. Los rescates son vistos cada vez de manera más impopular por los alemanes, tanto que en los pasillos del Bundestag empieza a ser evidente el gran interés de Merkel por evitar cualquier nueva operación de este tipo -incluida la que podría aplicarse a España- para no tener que presentarse de nuevo ante los parlamentarios después de que en febrero el Constitucional estableciera que ellos debían tener la última palabra sobre todos los paquetes de rescate del euro.

Los contrarios

Además, están los contrarios a estas medidas entre las propias filas de la Unión Cristianodemócrata, que la obligarían a contar de nuevo con los votos del SPD, un partido que no hace más que exigirle que diga toda la verdad sobre lo que les va a costar a los alemanes la crisis del euro.

Sin embargo, Alemania depende del bienestar de la moneda común. Como ella misma aseguró durante su tradicional encuentro anual con la prensa extranjera en Berlín, «la política europea se ha convertido casi en política interior para Alemania», sobre todo, por lo mucho que el país germano depende del mercado interior de la UE; en concreto, un 60% de sus exportaciones tiene como destino países de la UE y el 40% de ellas van a la zona euro. Para Merkel, Europa es una cuestión de bienestar, pero sobre todo de euros, no un asunto sentimental. Ella misma ha destacado en numerosas ocasiones que Alemania es fuerte, pero no lo suficiente como para cargar a largo plazo con una Europa enferma y por ello se esfuerza en imponer sus máximas en todos los países: disciplina presupuestaria, reformas estructurales y regulación bancaria, y todo apunta a que durante 2013 continuará así, implacable, a pesar de la fuerte oposición de los países del sur.

«El contexto económico realmente no se simplificará el año que viene, sino que se complicará, pero esto no nos debe desalentar sino, al contrario, servir de estímulo», declaraba Merkel en su tradicional mensaje de año nuevo. Además, afirmaba que la crisis de deuda en Europa no está «ni de lejos superada», aunque las reformas aprobadas comienzan a surtir efecto. Este pesimismo ante la perspectiva de que 2013 sea más difícil que 2012, junto con un euroesceptimismo alimentado por medios de comunicación -como el diario sensacionalista más vendido de Alemania, el 'Bild Zeitung', que alerta de los peligros para el dinero de los alemanes de la situación europea-, se ciernen como nubarrones sobre el tejado de la Cancillería.

La pérdida de su gran aliado en la Unión Europea, Nicolas Sarkozy, convirtió el tradicional eje París-Berlín, en un solo núcleo; Berlín. Todo y todos pasan por la capital alemana a rendir cuentas a la canciller. Mientras el presidente francés, François Hollande, dice «crecimiento» e «inversiones», ella dice «competitividad» y «control». Ahorrar o morir parece haberse convertido en su lema y eso gusta al electorado alemán. «Todos debemos de dejar de gastar más de lo que ingresamos», recuerda Merkel cada vez que tiene ocasión. Los alemanes, con una de las mayores tasas de ahorro de toda la UE, quieren seguridad en sus finanzas y ella es la única que transmite ese sentimiento. Un 65% de los alemanes confía en ella para salir de la crisis y aprueban plenamente su gestión de los últimos años.

Asuntos tan importantes para países como España como la recapitalización directa de los bancos no llegarán hasta marzo de 2014, es decir, después de las elecciones generales, y cualquier decisión que pueda suponer una cierta mutualización de los riesgos en Europa permanerá ralentizada durante este año. Eso sin hablar de los famosos eurobonos, sobre los que la canciller llegó a afirmar que no verían la luz mientras ella viviera.

Mientras por un lado aboga por introducir mecanismos de solidaridad a favor de la competitividad y el crecimiento, por otro recuerda que no habrá una flexibilización de los criterios de estabilidad, y todo al tiempo que conseguía que Van Rompuy y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se comprometieran a presentar el próximo mes de junio una propuesta para crear contratos vinculantes en los que cada país adquiera por escrito la obligación de emprender reformas si quiere tener acceso a esos mecanismos de solidaridad.

Merkel se impone una y otra vez en el seno de la UE, consiguiendo incluso que sus demandas se cumplieran a la hora de crear el supervisor bancario. «Se ha conseguido mantener todas las exigencias alemanas», afirmó satisfecha tras el acuerdo alcanzado en Bruselas. Alemania había puesto todas sus fuerzas en intentar mantener fuera del alcance de ese supervisor a sus maltrechas cajas de ahorro y lo consiguió. El control se hará sobre los bancos con más de 30.000 millones en activos y no sobre los 6.000 bancos de la zona euro. Solo la Hamburger Sparkasse supera ese nivel. El resto de cajas de ahorro alemanas permanecerá bajo la vigilancia del órgano nacional (BaFin), en cooperación con el Bundesbank.