Economia

NOS EQUIVOCAMOS

Erramos al pensar que no somos culpables de nuestra situación económica, y volvemos a errar cuando pensamos que la crisis se resolverá por sí sola

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ya sé que es una faena, pero cuanto más lo pienso más me convenzo de que nos equivocamos a la hora de enjuiciar la salida de la crisis. En primer lugar, todos partimos de la idea de que no somos culpables de lo sucedido y por eso no nos sentimos concernidos con los esfuerzos que debemos consentir para encarar la senda de la recuperación. Cuando digo nadie, quiero decir exactamente nadie. Los rectores de las cajas de ahorro, que han desestabilizado el sistema financiero y que para enderezarlo nos han obligado a enterrar ingentes sumas de dinero que no tenemos y debemos solicitar fuera, no han hecho nada malo ni censurable. Los políticos, que han despilfarrado a manos llenas el dinero de todos en obras faraónicas, algunas inútiles, muchas superfluas y casi todas impagables, no han hecho nada malo. Más bien han velado desinteresadamente y con enorme generosidad por nuestro bienestar. Otros no han dilapidado nuestro dinero, sino que, simplemente, lo han robado. No sé si estos se sienten culpables, pero desde luego no lo dicen. Ni siquiera lo dice Urdangarín.

Los directores de los bancos, que han dado las órdenes para vender productos incomprensibles y ruinosos, y los empleados, que las han cumplido sin cuestionarlas, no han hecho nada malo. Los funcionarios, que miran a la crisis con distancia absoluta sin reconocer que el salario que recompensa su esfuerzo procede del esfuerzo de otros, no han hecho nada malo. Los sindicatos, que han estirado sus, digamos, derechos hasta arruinar a sus empresas no han hecho nada malo. Los empresarios, que han tomado decisiones descabelladas operando de forma desaprensiva con apalancamientos temerarios y causando la ruina de sus proyectos, no han hecho nada malo.

Usted habrá seguido hasta aquí la lectura tranquilo, pues probablemente no se encuentre incluido en ninguno de los supuestos expuestos. Vale, pues no se relaje demasiado porque la lista no ha acabado. Vivimos en un mundo cruel y como no somos conscientes de las restricciones que impone la globalización nos volvemos a equivocar cuando pensamos que la crisis se resolverá ella sola y de acuerdo con acontecimientos externos a nosotros. Por ejemplo, cuando los mercados aflojen su presión y rebajen la prima de riesgo. O cuando Merkel se ablande y nos deje volver a las andadas regando el sistema con un dinero que no tenemos. O cuando los americanos o los chinos reactiven sus mercados y tiren de nuestras exportaciones, etc. Pues no.

La salida de la crisis necesita de todo eso, pero solo terminará de verdad, si es que termina algún día, cuando seamos conscientes de que debemos competir contra empresas y países que ofrecen productos tan buenos como los nuestros, aunque a mejor precio. Y cuando seamos conscientes de que hay muchos trabajadores y muchos empresarios en el mundo que hacen las cosas bien y se conforman con menos. Y cuando seamos conscientes de que el sistema de bienestar que disfrutamos no es gratis, aunque no nos lo cobren, sino que exige que el fruto de nuestro esfuerzo -el 'output' de nuestro trabajo- sea lo suficientemente bueno como para justificar nuestro estatus. Cuando seamos conscientes de ello y cuando, claro está, actuemos en consecuencia.