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Más impuestos para los más ricos

El acuerdo logrado en el Senado para subir las tasas a las rentas más altas se estanca en la Cámara baja

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Por una abrumadora mayoría (89 votos contra 9), el Senado estadounidense sentó las bases para subir los impuestos a los ricos en una maratoniana sesión que se prolongó hasta la una y media de la madrugada del primer día del año. El acuerdo, pendiente todavía de ratificación en la Cámara de Representantes, evitaría los peores efectos del denominado abismo fiscal al anular la subida automática de tasas a más del 90% de los contribuyentes. Aunque la rentas que tendrán que pagar más se sitúan ahora entre los 400.000 y los 450.000 dólares (entre 303.000 y 341.000 euros), las tesis del presidente Barack Obama se han impuesto de momento a la intransigencia republicana de prolongar la política impositiva de la era Bush. A través de ella los ricos han pagado un porcentaje significativamente menor de impuestos que la clase media en la última década.

La página escrita por el vicepresidente Joe Biden y el líder de la minoría republicana en la Cámara baja, Mitch McConell, tenía ayer todos los números para ser cuando menos enmendada en la Cámara de Representantes. Es allí donde el republicano John Boehner y los suyos han frenado una y otra vez cualquier plan de subida de impuestos. Cuando, en aras de un acuerdo él y otros moderados plantearon la semana pasada elevar la carga impositiva a los contribuyentes con ingresos superiores al millón de dólares (758.000 euros), varias docenas de congresistas ultraconservadores le dieron un sonoro plantón.

A medida que avanzaba la jornada de ayer, el enfado y la frustración por el compromiso alcanzado en el Senado era la moneda común entre los representantes de la derecha. Eric Cantor, el influyente número dos republicano en la Cámara baja, anunció a sus colegas en una reunión a puerta cerrada que negaba su apoyo a la legislación tal y como estaba planteada.

El problema de fondo, expresado también por otros congresistas, era que el plan es muy específico sobre la subida de impuestos y muy vago en las medidas para recortar el gasto público. Boehner, que se había comprometido con McConell a llevar a votación lo aprobado en el Senado la tarde del martes, parecía por momentos haber sucumbido a las presiones de sus compañeros de partido. Él mismo destilaba serias dudas sobre los pasos a seguir a partir de ahora. «Las conversaciones van a continuar», fue lo más socorrido que se le ocurrió decir en medio de este nuevo punto muerto.

Por motivos totalmente opuestos, unos 20 legisladores demócratas liberales se mostraron insatisfechos con el acuerdo en el Senado. Para ellos, Obama debió mantenerse fiel a su propuesta de subir los impuestos a las rentas superiores a los 250.000 dólares, de ahí que estuvieran sopesando si dar su voto afirmativo en la Cámara de Representantes. Joe Biden dedicó buena parte de la mañana a hacer de bombero, tratando de convencer a los descontentos de que esa cesión habría sido un mal menor para lo que está en juego. Con minoría en la Cámara, el partido del presidente no se puede permitir el lujo de ninguna deserción. Pese a este ambiente de cierta fragilidad dentro del partido, líderes demócratas encabezados por la carismática Nancy Pelosi realizaron una comparecencia conjunta cuando peor pintaba la situación. Su ruego a los republicanos para actuar rápido estuvo aderezado por los mismos términos expresados por Obama. «Aunque ni demócratas ni republicanos hemos obtenido todo lo que queríamos, este acuerdo es lo que necesitamos hacer para nuestro país y la Cámara debería aprobarlo sin retraso», señaló el presidente en un comunicado. «Queda más trabajo por delante para reducir nuestro déficit y estoy dispuesto a hacerlo. Pero el compromiso alcanzado nos asegura que sigamos reduciendo el déficit a través de una combinación de nuevos recortes de gastos con nuevos ingresos de los estadounidenses más adinerados».

Si al final se salvan los complicados obstáculos y se ratifica el pacto, la tasa del impuesto sobre la renta subiría del 35% actual a un máximo del 39,6% para las rentas por encima de los 400.000 dólares, la declaración individual, y 450.000 la compartida. Se trataría de la primera subida de impuestos a los contribuyentes con altos ingresos en dos décadas. Entonces, Bill Clinton logró luz verde del Congreso a unas medidas que transformaron el déficit crónico de las cuentas públicas en un superávit que se prolongó a lo largo de la década de 1990.

Respecto a los recortes masivos de gasto público en defensa y programas sociales cifrados en unos 109.000 millones de dólares, el acuerdo del Senado fija un aplazamiento de dos meses para su aplicación. De esta manera se da más margen a los partidos para que negocien un plan concreto de reducción del gasto público. Entre los beneficiarios inmediatos de ese retraso se hallan dos millones de parados que puedan seguir cobrando una prestación durante todo este año. Además, decenas de agencias federales sobre las que pendía la amenaza de cierre podrán seguir prestando sus servicios a los ciudadanos.