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Griñán, futuro pluscuampasado

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Con el PSOE enredado en una espiral autodestructiva, ya ni siquiera sorprende que Griñán suene como ticket de futuro. En condiciones normales, eso parecería un chiste orgánico; pero así está el patio. El presidente andaluz en edad de jubilación, un nombre del felipismo y el zapaterismo que ya estaba en la pomada del primer gobierno andaluz de 1982 y se mantuvo en la foto fija de la hégira de Chaves, irrumpe en la quiniela del cambio. La misma semana en que las estadísticas devastadoras del desempleo ponían los focos en el persistente fracaso andaluz, que aporta tres de cada cuatro nuevos parados hasta sumar un millón y medio, apelar al liderazgo de Griñán debe resultar de lo más estimulante para una sociedad cuyo primer problema nacional es ese. Algo así no se le habría ocurrido ni como ironía vitriólica a su peor enemigo, pero en el PSOE todo parece posible.

Griñán tiene el mérito de haber llevado el partido casi a la mayoría absoluta, con el pequeño matiz de que ese partido es el PP. Todo un pequeño matiz. Así que precisamente ahora, con el PSOE en su mínimo histórico, aferrarse al hombre que logró la primera derrota socialista en el mayor feudo histórico parece de lo más coherente. De hecho desde su irrupción en la presidencia cada encuesta ha marcado una pérdida de electorado, y en las urnas este eterno segundón fue definitivamente segundo. Sí, acertó con la táctica de separar las elecciones andaluzas del entierro del zapaterismo para rentabilizar el dramático arranque de Rajoy, pero para eso no había que ser Metternich o Churchill. Tampoco para saber que su electorado se taparía la nariz ante la trama de los Eres, como en Madrid o Valencia con Gürtel, o en Cataluña con Liceo. La tolerancia con la corrupción es de dominio público.

En todo caso si algo desacredita a Griñán para comandar la renovación del PSOE es precisamente su experiencia como comandante de la renovación en Andalucía. Lejos de acercar el partido a la sociedad, Griñán se ha encerrado con el parapeto de una guardia de jóvenes aparatchiks volcados en el maniobrerismo interno laminando toda pluralidad. Y son ellos -tipos mediocres aunque cimarrones como Mario Jiménez o Susana Díaz- quienes le jalean ahora con ambigüedades envenenadas para liderar el futuro. Pero con el PSOE en riesgo de 'pasokización' -el Pasok griego pasó de partido hegemónico al 12%, enterrado por Syriza- mirar a Griñán delata hasta qué punto hay una orfandad desnortada en el Partido Socialista.