Tribuna

La ignorancia es atrevida

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Algo de razón tenía Goya cuando tituló aquel grabado: 'El sueño de la razón produce monstruos'. Y es que cuando los hombres no escuchan el sabio grito de la razón «todo se vuelven visiones». Aunque estén emborronadas y pintadas sobre la pilastra de una iglesia de Borja. Y es que los monstruos contemporáneos se 'tuitean', ningunean, trucan e incluso alaban desde las más plena irracionalidad. Hay quien parece haber descubierto con la malograda restauración de Cecilia el mecanismo de la rueda o el pozo sin fondo del escarnio más esperpéntico. Nada nuevo bajo el sol, por desgracia. Si las redes sociales hubieran existido hace años quizás se habrían cebado con una triste lista de patrimonio gaditano destrozado con restauraciones tan agresivas como sangrantes.

Si Twitter hubiera sido una realidad, quizás hubiera corrido como la pólvora cómo las imágenes de la parroquia del Rosario perdieron su policromía original en manos inexpertas, sin formación en restauración. Porque la buena fe no es suficiente para recuperar una talla, un lienzo o un fresco. Tampoco es buena idea dejar el arte a la merced de supuestas restauraciones que acaban convertidas casi en reconstrucciones.

Eso fue lo que le pasó al chapitel de azulejos de la torre más antigua de Cádiz, perdida para siempre en una intervención que suprimió las piezas cerámicas del campanario de la Contaduría por otras nuevas. Nadie se salva de esta lista negra en la que han sufrido imágenes titulares de cofradías (supuestamente restauradas hasta dejarlas irreconocibles), brocales de pozo (destrozados o perdidos), columnas (repintadas, desmochadas o destruidas) o fincas enteras (vaciadas como si de un queso de gruyere se tratara).

Pérdidas hijas de otros tiempos que hoy en día se siguen produciendo. En Borja o en Cádiz, porque hace justo un año el Cristo del Prendimiento de las Descalzas bien cerca estuvo de acabar destrozado. Será que el sentido es el menos común de los sentidos. Eso o que, por desgracia, demasiadas veces el patrimonio está en manos tan ignorantes como atrevidas.