Milicianos del Ejército Libre Sirio combaten en las calles de alepo contra miembros leales a El-Asad. :: REUTERS
MUNDO

«Lo peor en Siria está por llegar»

La Media Luna Roja ha perdido a cinco miembros desde el inicio de los combates

DAMASCO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Disparos. Primero sueltos, luego en ráfaga. El personal de la Media Luna Roja ni se inmuta. Llevan dos meses y medio bunquerizados en este puesto médico avanzado de Qabun, a las afueras de Damasco, y han visto y oído de todo. Hace unas semanas tuvieron que evacuar la posición debido a los intensos bombardeos del Ejército y ahora están a la espera de que les aclaren lo que ha sucedido en el centro del barrio donde dos edificios están ardiendo. No importa que el lugar esté bien señalizado con la bandera de la organización, «cuando empiezan los bombardeos con artillería no hay lugar seguro», comentan los voluntarios.

«La situación es muy inestable, todo se complica en cuestión de segundos», señala Annas Henawy, responsable de este equipo de diez personas que se ha convertido «en el único sitio al que pueden acudir los ciudadanos heridos en esta parte de la capital. Sus familiares no se atreven a llevarlos a hospitales porque les pueden detener, y el propio Ejército muchas veces cierra la zona cuando efectúa operaciones y no permite ni la salida de ambulancias». La mayor parte de los pacientes son atendidos por heridas de bala, metralla o por traumatismos ocasionados tras el derrumbe de edificios por los impactos de la artillería, «y la sensación que tenemos todos es que lo peor está por llegar», lamenta Henawy.

«Si Siria estuviera en guerra con un país extranjero sería diferente. En esta situación todo es confuso y ninguno de los dos bandos te puede garantizar la seguridad», denuncia Khaled Irq Susi, responsable del organismo en Damasco. La Media Luna Roja es la única organización trabajando sobre el terreno -a través de ellos se canaliza la ayuda de las agencias de Naciones Unidas y del Comité Internacional de la Cruz Roja-, y ha perdido a cinco miembros desde el inicio de los combates, entre ellos su secretario general Abdulrazaq Jbeiro, asesinado en junio. También Médicos Sin Fronteras ha estado en el país los pasados dos meses facilitando asistencia con ayuda de un grupo de médicos sirios, aunque lo ha tenido que hacer de forma clandestina. Cada voluntario en Qabun lleva una chapa en el chaleco con la imagen de Mohamed Jadra, conductor de ambulancia asesinado por el disparo de un francotirador en Duma, pueblo situado a diez kilómetros de la capital.

Nadie quiere fotos. Los voluntarios que trabajan en las zonas más calientes tienen miedo de aparecer en la prensa. El trabajo en Siria es muy complicado y la organización trata de mantener la neutralidad entre los dos bandos «porque nuestro único objetivo es atender a aquellos que lo necesiten, sin importar del bando que defiendan», opina uno de los voluntarios.

Línea de combate

El puesto de Qabun es una casa de dos alturas alquilada, y ahora la Media Luna Roja trabaja en la apertura de otros ocho centros similares en primera línea de combate. En las últimas horas han tenido que evacuar el que tenían en Moadamia, localidad situada a cinco kilómetros de la capital, debido a una ofensiva del Ejército. «Es la única manera de tener acceso a los heridos. En la central de Damasco el teléfono apenas suena. Saben que no vamos a poder pasar los puestos de control en caso de que haya una operación en marcha, por eso hay que estar dentro», defiende Khaled Irq Susi mientras de fondo se escuchan fortísimas explosiones «que deben de ser de cañones disparando desde la montaña a los barrios del sur de la capital».

Los conductores de estas ambulancias han sido testigos directos de la evolución de un conflicto que ahora rodea Damasco. No hay fronteras claras entre los dos bandos y «en una ocasión los soldados nos obligaron a parar y esperar a que aparecieran los milicianos del Ejército Sirio Libre (ESL) para evitar que las bandas de delincuentes nos robaran un cargamento de comida», recuerda Irq Susi. Además de la ayuda médica de emergencia la organización se encarga de dar cobertura a los 72 colegios y mezquitas a donde han llegado más de 20.000 sirios en el último mes, una cifra que aumenta día a día porque muchos deciden volver y se encuentran sus barrios destrozados.