Angela Merkel, Mariano Rajoy, François Hollande y Mario Monti, durante el encuentro de ayer en Roma. :: DIEGO CRESPO / EFE
Economia

130.000 millones para reactivar Europa

Italia, Alemania, Francia y España se unen para proclamar que el euro es «irreversible» y defender una mayor unión política y fiscal

ROMA. Actualizado: Guardar
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El mensaje de la minicumbre de ayer en Roma entre los líderes de las cuatro mayores economías de la Eurozona -Italia, España, Francia y Alemania- lo resumió el anfitrión, el primer ministro italiano, Mario Monti, al decir en inglés, para que lo oyeran directamente los mercados: «El euro está aquí para quedarse». Angela Merkel, François Hollande y Mariano Rajoy acudieron a Roma para salir en defensa de la moneda común -la divisa es una apuesta «irreversible», apostilló el jefe del Ejecutivo español-, transmitir la confianza de que se hará lo que haga falta para salvarla y aplacar la especulación. Para ello pronunciaron varias veces la palabra mágica, «crecimiento», que abre una nueva fase para superar la actual, marcada por el rigor en las cuentas.

Dio cierta impresión oír a la canciller Merkel, su más exigente vigilante, admitir que «crecimiento y finanzas sólidas son las dos caras de una misma moneda, pero estas no son suficientes si no hay crecimiento». El símbolo de este espíritu es la propuesta de los cuatro mandatarios de destinar el 1% del Producto Interior Bruto europeo, unos 130.000 millones de euros, equivalente al segundo rescate de Grecia, a un paquete de crecimiento, que no detallaron. «El primer objetivo que compartimos es volver a lanzar el crecimiento, las inversiones y la creación de puestos de trabajo, sea con reformas estructurales nacionales, sea con una nueva agenda a nivel europeo», dijo Monti.

Esta medida será la carta de presentación de los cuatro países en la decisiva cumbre del Consejo europeo de los próximos 28 y 29 de junio en Bruselas, que debería tomar decisiones importantes para dar un golpe de timón en el rumbo de la UE ante la crisis y no quedarse en la enésima ocasión histórica desaprovechada. El objetivo de este encuentro de Roma era, precisamente, que Alemania, Italia, Francia y España lleguen a esa cumbre con una voz común. De hecho, hicieron lo posible por evitar estridencias en los asuntos que crean roces entre ellos. Uno, los eurobonos, las emisiones de deuda comunes. El presidente francés, uno de sus más firmes defensores, junto a Monti, pareció abierto a esperar, «aunque no diez años», y planteó que tienen que figurar ya en la «perspectiva» de la UE.

Hollande, que personifica el cambio de aires, insistió en que «querer el crecimiento significa que la seriedad en los balances no sea austeridad, porque yo soy contrario a la austeridad». Lo dijo así, con todas las letras. «Lo que queremos hacer hoy aquí es lanzar un mensaje de confianza, coherencia y estabilidad».

El otro tema tirante es la propuesta de Monti de que los fondos de rescate -el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), o el Mecanismo de Estabilidad Europeo (Mede), que debería arrancar el 9 de julio- inyecten liquidez directamente a los bancos que lo necesiten sin pasar por los Estados, porque eso agrava su deuda, como pide España con el respaldo de la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

Responsable

Merkel, el gran escollo en esta pelea, repitió que «la responsabilidad y el control van juntos»: «Yo no puedo decirles a los bancos de otro país qué hacer con el dinero que les prestan, porque no es mi país, pero su Gobierno sí», en referencia al multimillonario préstamo que recibirán las entidades españolas, cifrado el jueves por las evaluadoras Oliver Wyman y Roland Berger en un máximo de 62.000 millones. Es decir, para la canciller alemana, la responsabilidad de ese préstamo será de Rajoy. El presidente español no quiso entrar en polémicas, pues no tocaba, y dijo que se iba de Roma «enormemente contento». «Nos hemos comprometido a poner en marcha mecanismos de estabilidad y ahora todo el mundo entiende hacia dónde vamos», concluyó.

Además del plan de crecimiento, la segunda cosa concreta que los cuatro líderes anunciaron ayer fue su unanimidad en fijar un impuesto sobre las transacciones financieras, la famosa 'tasa Tobin'. Según está planteada, gravaría con un 0,1% las compraventas de acciones y bonos, y con 0,01% las de derivados. Permitiría recaudar unos 55.000 millones al año. La cuestión se debatió ayer de forma paralela en Luxemburgo en la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea, el Ecofin, donde a estos cuatro países se unieron Austria, Bélgica, Portugal, Eslovenia, Grecia y Eslovaquia. Este grupo, al que se oponen, entre otros, Reino Unido, Suecia y Polonia, puede llegar a ponerlo en marcha por su cuenta.

El resto de las conclusiones finales de la minicumbre de Roma se sintetizan en la promesa, con la máxima convicción facial que lograron transmitir sus participantes, de que la única salida es reforzar la unión política, económica y fiscal de la UE. «Necesitamos más Europa», resumieron. Son grandes palabras que se oyen desde hace años, la receta de todos los analistas y algo difícil de aplicar porque implica cesión de soberanía, pero todos se esforzaron por hacer creer que esta vez van en serio. «Tenemos un problema de medio y largo plazo. Debemos acercarnos a una política coherente para los países que tienen la misma moneda, haremos lo posible para una unión política europea», aseguró Merkel.

Monti cerró la jornada pasando la pelota a la reunión del próximo día 28: «Esperamos que las respuestas del Consejo Europeo puedan ser más sólidas y creíbles que las de consejos precedentes sobre el crecimiento y una línea clara de integración política, bancaria, económica que pueda satisfacer las expectativas de los mercados».