Sociedad

Keane vuelve a sus raíces con 'Strangeland'

La banda pone fin a cuatro años de silencio discográfico con un álbum en el que el piano recupera el protagonismo

MADRID. Actualizado: Guardar
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Como un retorno a sus raíces. Así se ha planteado Keane su cuarto álbum de estudio, 'Strangeland', que sale a la venta mañana y que pone fin a cuatro años de silencio discográfico. Un tiempo que los británicos han aprovechado para cocinar a fuego lento las doce canciones que integran un disco -elevadas a dieciséis en el caso de la versión deluxe- en el que el piano recupera el papel primordial que desempeñaba en 'Hope and Fears', su fulgurante debut de 2004, perdido en beneficio de sonidos más electrónicos en el trabajo que habría de llegar posteriormente, 'Under The Iron Sea' (2006), y de las guitarras que marcarían el paso en el que le seguiría, 'Perfect Symmetry' (2008).

'Strangeland' se erige, en este sentido, como la redención de Keane, que ha consagrado los cuatro últimos años a un auténtico 'tour de force' en pos de recobrar el poderoso aliento de su primer álbum. La entidad de la empresa acometida puede muy bien medirse por el impresionante número de temas que llegó a manejar la banda a lo largo del proceso de gestación del álbum. Hasta un centenar de canciones barajaron los británicos.

El objetivo era quedarse únicamente con aquellas en las que anidara el espíritu que les permitió abrirse camino en la industria: melodías sinceras, concisas y personales capaces de comunicar emociones complejas sin necesidad de recurrir a demasiados artificios.

Convertido en cuarteto tras la incorporación del bajista Jesse Quin, Keane se metió en el estudio para dar forma a 'Strangeland'. El álbum viene precedido por dos singles que confirman la capacidad de Keane para reconectar con el estilo que le diera fama mundial. El primero, 'Silenced By The Night', fue lanzado en marzo, pero lo más jugoso está en el segundo, 'Disconnected'. Publicado a finales de abril, el tema viene acompañado por un videoclip para cuya elaboración Keane echó el resto con la ayuda del ingenio cineasta Juan Antonio Bayona.