Apuntes

Seamos honestos

El fraude fiscal no es solo cuestión de grandes compañías y fortunas, los ciudadanos de a pie también perpetúan conductas que agrandan el agujero económico

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Llega la hora de rendir cuentas a Hacienda y no serán ni uno ni dos ni tres los contribuyentes que traten de esconder algún ingreso, eludir del ojo fiscal esa herencia recibida o esas facturas sin declarar. La crisis económica ha puesto en evidencia dispendios intolerables en las administraciones públicas, prácticas censurables en las entidades financieras y ha tirado por tierra toda una ingeniería financiera sustentada en unos dividendos inmateriales. El dinero en metálico fue sustituido por cifras en el parqué que nos hicieron creer que éramos más ricos de lo que en realidad nunca llegamos a ser. Ahora que la burbuja ha estallado por los aires, sale a la luz un agujero en las cuentas públicas del Estado de dimensiones descomunales. Está por ver cuál es el tamaño real del déficit en las arcas de la Junta.

Las redes sociales claman contra los banqueros, las grandes fortunas, los gobiernos maniatados, las multinacionales por su responsabilidad en este desastre financiero del que ninguno puede escapar de sus negativas consecuencias: subida de impuestos, recortes de prestaciones sociales...Demonizado el poder político y financiero, toca ya ser honestos con nosotros mismos, con ese ciudadano de a pie, capaz de salir a la calle con una pancarta al mismo tiempo que trata de burlar al fisco. Engañar a Hacienda en este país ha llegado a ser una práctica que genera simpatías, si quien miente en la declaración es un currante a secas. Si es un político o un empresario, las peticiones de cárcel se multiplican por segundos.

Pero esas conductas individuales también agrandan el agujero contable. Sin ir más lejos, la Agencia Tributaria rescató el año pasado 30 millones de euros de la economía sumergida, diez menos que en 2010. Alquileres sin declarar o facturas guardadas en el cajón forman parte de la picaresca nacional. Si exigimos honestidad a los poderes, apliquémonos el cuento. Cada euro que se defrauda, es un euro menos que ingresa la caja de todos los españoles. Que de esta crisis al menos salga una sociedad más responsable con el bien común.