La viuda de Quiñones, Nadia Consolani, le ofrece una corona de arenques a su monumento. :: J. M. A.
Sociedad

Procesión por Quiñones

La lluvia no puede con la segunda ruta en honor al escritor chiclanero. El chaparrón fue de alegría y versos

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Por agua, la del mar. La que surcaba el Vaporcito y daba de beber al congrio Manolito. Por chaparrón, que sea de alegría y de nostalgia de la que no duele, sino reconforta. Paraguas abiertos para recoger el cariño. Mejor compartidos. Gotas de gaditanismo. De sólido, unas mijitas del freidor y, de música, los acordes de una solitaria guitarra y una multitud de palmadas.

La lluvia no pudo con la procesión. Con la romería cívica que hace estación de gozo por los rincones de esta ciudad a la que tanto quiso el escritor Fernando Quiñones. Dos rutas son ya las completadas por una hermandad que agradece la ausencia de autoridades y que solo está pendiente del cielo para hacerle un guiño a su profeta, un pirata chiclanero. Como único exorno para dar brillo a su talla en bronce que descansa en La Caleta, una corona de arenques. La entrada al templo de Juanito Villar, a la hora a la que el cuerpo le de la gana.

El cortejo partió a eso de las 10 de la mañana de Casa Hidalgo, cuyo patio embelesaba a Fernando. Los presentes oraron por el reconocimiento de la población civil para con el compromiso social del homenajeado y David Palomar no le dedicó una saeta. Sin penas. La manta de agua cambió algunos de los puntos de la programación prevista, pero no hizo mella en el ánimo de los participantes. Paseito por el Monumento a las Cortes, prisa en plaza Mina y bulla en carrera oficial. A rebosar estaba la sede de la APC, en donde Inma Márquez, Antonio Flor, Emilio López y Marieta Cantos, entre otros, reivindicaron la faceta periodística del Quiñones articulista.

Y como no, el Carnaval, en la voz y la inventiva de Martínez Ares en el patio del Casino Gaditano y frente al Gran Teatro Falla. Allí, uno de sus mejores amigos y organizadores de esta Ruta Quiñonesca, Juan José Téllez, recordó además el rojo pasado del chiclanero. «Aunque no casara con su ideología, Fernando fue el primero en hacer ondear en este teatro la bandera de la hoz y el martillo». Fue en el verano de 1976, durante la Semana de Cine Soviético que se organizó en el marco de Alcances. «Sólo a él se le ocurriría poner películas de tres horas sin subtítulos», bromeó Téllez antes de que Fernando Osuna recordara la presentación que Quiñones hizo de su libro conjunto con Erasmo Ubera sobre las piedras de La Caleta.

Valcárcel recuperado

Fernando Lobo y Miguel Ángel García Argüez, en la puerta del edificio que un día llevara el nombre de Fernando Quiñones, reconocieron su espíritu libre y la capacidad del escritor para calar en los corazones de sus conciudadanos. Leyó el poeta Argüez un manifiesto que anima a las conciencias a no dejar yerma la lucha por recuperar Valcárcel, siguiendo el ejemplo de Quiñones, «un funambulista entre lo popular y lo culto, lo de aquí y lo de allá, y lo que seas tú». Le siguió Lobo para cantarle: «A ti que sabes que la vida es soñar y caminar, afrontando el horizonte y el reto que nos ofrece...»

Participaron de la procesión, además, Paco Medina, Alfonso Baro, Ana Rodríguez Tenorio, Jesús Fernández Palacios, la cantaora Mariana Cornejo y la cantora -como la bautizó el escritor chiclanero- Carmen de la Jara. También estuvieron, por supuesto, la viuda y el hijo de Quiñones, Nadia Consolani y Mauro Quiñones. Para agradecer a los presentes el éxito de la convocatoria y la mirada, siempre tierna y desinteresada, que todos estos amigos le dedican a su Fernando. Y van dos rutas. Dos fiestas en la peña de La Caleta, dos colaboraciones del escultor Luis Quintero -en esta ocasión el cartel ha sido diseñado por Juan Gómez Macías-, dos años de la página web de la ruta quiñonesca, muchas llamadas de los organizadores, Blanca Flores y Juan José Téllez... Y van, y seguirá, esta hermandad que, al recorrer a Fernando Quiñones, se hace de gloria.