Editorial

Exceso y defecto

Las elecciones del domingo generan en el PP y el PSOE reacciones que no se corresponden con el veredicto de las urnas

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El resultado de las elecciones autonómicas en Andalucía y Asturias ha ofrecido una imagen distinta en relación a las generales del pasado 20-N. La victoria cosechada por el PP hace cuatro meses fue tan abrumadora que posiblemente se trató de un techo infranqueable, lo cual obliga a dicho partido a una lectura más realista de sus perspectivas electorales que la que presagiaba la continuidad de una línea ascendente. El tono mesurado y hasta lacónico que Rajoy empleó para valorar los comicios del domingo, rechazando que supusieran un «fracaso» para el PP o que fueran el reflejo de la contestación social a la política de recortes, constituye el mensaje oficial que tanto Moncloa como Génova precisan trasladar a la opinión pública rebajando el alcance de su indudable decepción. Los populares necesitan racionalizar su frustración, asumiendo que su hegemonía no podía convertirse en absoluta en una sociedad abierta que siempre tiende a compensar las arrolladoras victorias de una opción partidaria con las reservas que se reflejan en la siguiente cita electoral. Por eso mismo harían mal en desatender el significado profundo de la amarga victoria cosechada en las andaluzas o el de su posición subalterna en Asturias. Pero si el PP ha podido reaccionar por defecto, el PSOE ha celebrando en exceso los resultados del domingo. La declaración de Rubalcaba anunciando el comienzo de un «nuevo ciclo político» resulta más que exagerada. Las consecutivas derrotas del socialismo entre las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011 y las generales de noviembre marcan una tendencia tan declinante que no puede corregirse, sin más, con el oxígeno que aporta el mantenimiento de la Junta de Andalucía mediante un pacto con IU o por las posibilidades que el PSOE de Asturias tenga de liderar las gestiones para la formación del nuevo gobierno del Principado. Las noches electorales provocan impresiones que no siempre pueden sostenerse a la semana siguiente. El PP esperaba ganar con diferencia y su victoria por un punto en Andalucía junto a su tercer puesto en Asturias se ha convertido poco menos que en sinónimo de una derrota a olvidar. El PSOE temía acabar barrido por la ola del 20-N y despertó ayer creyéndose ganador. Ni los populares pueden desestimar la importancia del revés sufrido, ni los socialistas creerse que a partir de ahora navegan a favor de corriente.