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Sigan, sigan.

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Sigan, sigan dilapidando la precaria legitimidad de una democracia cogida con alfileres. Sigan desprestigiando las ya debilitadas instituciones de protección popular para complacer a poderosos grupos de presión ajenos a los intereses generales. Sigan, sigan tachando de anticuada e insostenible cualquier justa reivindicación de derechos sociales básicos. Sigan avanzando hacia el pasado intentando traer al presente el paraíso perdido de explotadores, ventajistas y trileros.

Sigan, sigan disolviendo los lazos comunitarios, sigan abocando a la gente a repetir esa peligrosa lucha darwiniana por la existencia, nunca sofocada del todo, y tan del gusto de ciertos 'competitivos' emprendedores de nuestros días. Sigan empujando a las personas a ese frío individualismo que sólo beneficia a los que poseen buenos abrigos. Sigan promulgando leyes que sólo incomodan a los más débiles. Sigan puliendo y afinando el ordenamiento jurídico, ya de por sí complaciente con el poder, hasta que sólo sirva para que las mayorías bailen al son que sus señorías dispongan.

Sigan, sigan camuflando la realidad con un lenguaje ridículo y engañoso, apelando a un todavía más ridículo y vacío cientificismo económico. Sigan consintiendo e incluso alimentando la violencia estructural de un sistema que da muestras de caminar hacia su autodestrucción. Mientras, sigan demonizando como violencia intolerable el corte de una calle durante diez minutos por un grupo de estudiantes cargados de razón.

Sigan, sigan devaluando esa que dicen ser la norma suprema de convivencia, la Constitución, convirtiéndola definitivamente en lo que tal vez siempre quisieron que fuese: una excusa para el inmovilismo político y el blindaje de un statu quo injusto y asimétrico. Sigan cambiando a placer y de manera fulminante aquello que constitucionalmente interfiera con el desatado proceso ultraconservador que están ustedes impulsando sin contemplaciones.

Sigan, sigan truncando esperanzas legítimas, traicionando justas ilusiones, defraudando expectativas previamente alimentadas. Sigan machacando proyectos de vida, despreciando la buena fe de la gente sencilla, exigiendo objetivos imposibles a los desfavorecidos, imputando a los inocentes los delitos de la alta delincuencia. Sigan justificando la impunidad de los grandes malhechores, sigan haciendo números hasta que cuadren a favor de quienes más tienen. Sigan, sigan.