CUARTETOS

No sé qué me pasa todos los años por estas fechas que siento un irrefrenable deseo de sacar un cuarteto. Lo imagino, lo configuro, pienso en las parodias, en el popurrí, en los componentes, en fin, en todo. Hasta busco rimas originales y personajes no tarados con carga de humor suficiente. Pero claro, al final, ná de ná. Y preguntando al Freud que todos llevamos dentro, no sé si será por desidia, por falta de ideas, por miedo o por el pavor que sentí la única vez que he ido al Falla en mi vida, no estoy seguro.

Quizá tenga que ver el hecho de que, en aquella ocasión, contemplé aturdido cómo el público trataba con verdadero desprecio y hasta crueldad a dos o tres agrupaciones, que, la verdad, no eran muy buenas; vale, eran verdaderos peñazos pero que venían de un modo humilde al Falla y piropeando tanto al público como a la ciudad.

¡Yo qué sé!, pienso en un cuarteto cuyos protagonistas no sean ni mariquitas, ni gangosos, ni tartajosos, ni tontitos y me dicen mis amigos que a eso en Cádiz se lo funden antes de que diga dos cuartetas, que sin carnaza ni cincuenta 'hooligans' mejor no ir. Po ná. Otro año esperando y pensando en lo mismo, En septiembre vendrán mis amigos y me dirán que ya está ensayando la gente y hay que inscribirse y pensaré que pa qué, que el año pasado vinieron unos chavales con el texto rimado sin decir ordinarieces y no pasaron ni a cuartos.