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El pasado comunista vuelve a la carga en Polonia

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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El pasado comunista no deja de atormentar a Polonia. En 1989, los comunistas reformistas y la oposición democrática pactaron una salida dialogada a más de cuatro décadas de dictadura, lo que evitó un enfrentamiento civil y facilitó también la reconversión democrática de la nomenclatura prosoviética. Pero el nuevo procesamiento del general Czeslaw Kiszczak, exjefe de los servicios secretos comunistas (SB) y antiguo ministro de Defensa y del Interior, por la muerte de nueve mineros a comienzos de los ochenta, demuestra que la historia pesa como una losa.

El periodista del diario 'Gazeta Wyborcza' y opositor de izquierda al comunismo Adam Michnik sostiene que Kiszczak, que tiene 86 años, fue uno de los responsables del secuestro y asesinato del popular sacerdote Jerzy Popieluszko, el 19 de octubre de 1984. Según informaron ayer diversos medios de comunicación polacos, en el caso de los obreros muertos el general podría ser condenado a ocho años de prisión por un tribunal de Varsovia.

Los 'zomos'

La Justicia considera probado que después del establecimiento de la Ley Marcial decretada por el general Wojciech Jaruzelski, el 13 de diciembre de 1981, para poner fin a las movilizaciones obreras dirigidas por el sindicato independiente Solidaridad, Kiszczak ordenó a los 'zomos' (los antidisturbios del régimen comunista) ahogar las protestas de los mineros del sur de Polonia. La represión causó la muerte de nueve trabajadores y numerosos heridos y detenidos.

Los jueces sostienen que el militar retirado ordenó a los agentes que utilizaran sus armas de fuego, pero Kiszczak replica que prohibió taxativamente disparar. Según su versión, quienes utilizaron las armas de fuego desobedecieron a sus superiores «de manera espontánea»o por «autodefensa».

Es la quinta vez que el general responde judicialmente por hechos de la etapa comunista. La última fue el 12 de enero, cuando un tribunal de la capital lo condenó a dos años de prisión, sin cumplimiento de pena, al entender que él y otros dirigentes comunistas actuaron como «una banda organizada» de origen «criminal» en 1981 al declarar la Ley Marcial, un autogolpe en el que murieron un centenar de personas y se practicaron 10.000 detenciones dirigidas por el propio Kiszczak.

La Justicia sentenció que el jefe de dicha 'banda' era el general Wojciech Jaruzelski, que pactó con la oposición el cambio pacífico en 1989. Con 88 años y enfermo de cáncer, Jaruzelski también se ha sentado en el banquillo pero ha mantenido su libertad. Se declara inocente de los crímenes que se le imputan y sostiene que evitó una intervención de la URSS en Polonia. Los sondeos de las últimas dos décadas demuestran que los polacos están divididos sobre su figura: dictador criminal o mal menor que, con el autogolpe, evitó la intervención soviética.