Economia

El diálogo social se encalla en los asuntos más espinosos

Patronal y sindicatos discrepan en salarios y contratación, mientras el PP les pide altura de miras para cerrar rápido una reforma laboral

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las prisas son malas consejeras. Ese es el mensaje de CC OO y UGT al comienzo de una semana crucial para la reforma laboral que el Gobierno pretende rápida (Mariano Rajoy quiere un texto para el viernes) y que parece encallada por la gran distancia que separa a la patronal y los sindicados en los asuntos más espinosos, como puedan ser la evolución de los salarios, la contratación o el coste del despido. La patronal aspira a una congelación salarial durante este año y el próximo, mientras los sindicatos reclaman que las subidas contemplen, al menos, la inflación. Los contactos, al más alto nivel, se aceleran aunque sin resultado.

Desde el Partido Popular, su número dos, María Dolores de Cospedal, metió ayer un poco más de presión a la negociación al pedir a unos y otros una suerte de altura de miras para cerrar filas en pro de la creación de empleo. La secretaria general del PP reconoció que aún existe una «posibilidad cierta» de que los agentes sociales alcancen un acuerdo pero, al tiempo, recordó que si esa entente no llega el Gobierno actuará de forma unilateral.

De Cospedal explicó que la reforma laboral que necesita el país no está concebida para «ganen unos u otros» sino «para que ganen los trabajadores». «Si el Gobierno, garante de la necesidad [de alcanzar un acuerdo] observa que no cumple este compromiso que socialmente también tienen empresarios y sindicatos, actuará en consecuencia y gobernará», sentenció; para recordar a continuación que los agentes sociales llevan dos años y medio buscando un pacto «al que nunca han llegado».

El secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, apuntó en declaraciones a Telemadrid que los sindicatos trabajan por el convenio, para el que aún ve posibilidades, pero que «esta semana no se acaba el mundo». Su homólogo en UGT, Cándido Méndez, acusó de enrocarse a una patronal que ya ha dicho que no quiere una reforma «escasa».