Editorial

Navidad sangrienta en Nigeria

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No menos de treinta cristianos que celebraban la Navidad fueron asesinados ayer en Nigeria, en su mayoría en un barrio de la capital Abuya a manos de fanáticos musulmanes. La secta que los agrupa, 'Boko Haram', reivindicó los atentados con su habitual rapidez y desenvoltura, como si supiera que la noticia no recibirá solo rechazo y condena. Tal es, más allá del sincero dolor por la muerte de inocentes, el gran problema: Nigeria, el país más poblado de África, con unos 165 millones de habitantes, es una mezcla de razas y religiones que aconsejó adoptar una Constitución federal y una democracia pluralista. En general funciona, y las últimas elecciones lo probaron, pero el auge del terrorismo islámico explícito empaña dramáticamente la vida ordinaria del país. El Estado se emplea a fondo contra 'Boko Haram', ha detenido a sus dirigentes y matado a muchos de sus comandos, pero si parece seguro que un remedio puramente militar no es la solución, mucho menos lo es aceptar que los nigerianos cristianos, el 45% del total, deben rendirse.