ESPAÑA

RAJOY, SIN COMPLEJOS

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El nuevo presidente de Gobierno habló de ETA cuando quiso. En las réplicas al PNV y a Amaiur. Tal como lo había previsto. Mariano Rajoy contaba con los reparos iniciales de buena parte de la opinión pública, que se temía que los herederos de Batasuna gozaran de un protagonismo inmerecido en la primera sesión parlamentaria. Aun así, no quiso pasar por alto el requerimiento a quienes, procedentes de un mundo que ha justificado los atentados de ETA durante tantos años, exigen ahora a los demócratas que ellos también den pasos para echar el candado a la macabra historia del terrorismo.

Los diputados de Amaiur se llevaron lo suyo. Rajoy, diciéndoles que si presumen de ser perseverantes, que lo demuestren proyectando su tenacidad en la desaparición de ETA. Y ya que se sitúan fuera de la Historia al exigir a los demócratas que hagan gestos para lograr que la banda se disuelva, les dejó una advertencia que la va a repetir el PP, como un mantra, durante toda la legislatura: la presión sobre los demócratas no tiene sentido. La presión debe dirigirse hacia quienes proceden del mundo que ha jaleado la violencia que tiene, todavía, mucho que aprender de la democracia.

El portavoz parlamentario, Alfonso Alonso, que los conoce bien, dio en su talón de Aquiles para dirigirse, 'ad homine', a su representante y recordarle la Historia. Muchos de los asesinados por ETA hoy podrían haber estado en el hemiciclo. Cuando ETA mataba «usted, señor Antigüedad, no dijo nada; ésas son sus credenciales». Amaiur da por descontados esos emplazamientos. Sus portavoces se conforman con demostrar que no van a instalarse en el victimismo. Y al comprobar que buena parte de la prensa se sorprendía favorablemente al ver que la nueva Batasuna ya no deja cal en los escaños, como en los 80, aunque siga planteando chantajes, daban por bien empleado su estreno. Y se abstuvieron porque la elección del presidente del Gobierno español les resultaba ajena. Ellos están ahí para hablar de las contrapartidas del cese de la violencia de ETA.

Si Rajoy dio ayer un trato de interlocución deferente al PNV, sin mencionar la importancia del Gobierno competente (el vasco, en este caso) apoyado por el PP, es debido a su ofrecimiento a Urkullu: pactar la política económica y brindar información directa en el proceso del fin de ETA a cambio de su abstención en la investidura. Al PNV le debió parecer que valía la pena porque ayer le respondió con su abstención. En este caso no era preciso mencionar al Gobierno vasco. Urkullu sabe que todas sus conversaciones con Rajoy han pasado primero por la mesa de Basagoiti. No habrá esta vez peligro de 'puenteo'. Rajoy no actúa como Zapatero. Entramos en una etapa nueva con otro Gobierno.