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¿Y los intelectuales?

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Hace unos días el Ministerio de Cultura le concedía a José Luis Sampedro el Premio Nacional de las Letras, pero sabemos bien que este catedrático de Estructura Económica, antiguo senador, miembro de la Real Academia Española, escritor y humanista crítico y comprometido es merecedor de también de otro tipo de premios al margen de los que ya posee. Es de destacar su derivación desde sus primeras actividades académicas, económicas y administrativas hacia esa preocupación humanística y social por los efectos perniciosos de un enfoque economicista simplemente basado en los mercados. Si existiera un premio nacional a la honradez del intelectual sería suyo y de tres o cuatro más. Surge la pregunta: ¿dónde están los demás?.

No es normal poder observar la vitalidad y la lucidez con las que este intelectual nonagenario ha podido inspirar, junto a su coetáneo Stéphane Hessel, las protestas del 15 M ante las decepciones que se han estado produciendo al hilo de esas decadentes concepciones y usos de la política y la economía, y ante la propia forma en la que se está abordando esta crisis económica.

Vivimos tiempos difíciles (aunque no peores que en otras muchas épocas) y son éstos los apropiados para la aparición de los intelectuales, conocedores del legado social y humano, que sean capaces de orientarnos y de avisar tanto de los caminos equivocados como de los recomendables. Necesitamos intelectuales comprometidos, pero parecen agazapados. ¿Están, ellos y ellas, también en crisis?.

No necesitamos ahora a esos intelectuales y artistas que sólo aparecen para sumarse al poder, para teorizar desde una lejanía ausente o para continuamente quejarse de lo mal que va el mundo y denunciar el fin del humanismo. No son tiempos para el lamento, la autocompasión y el pesimismo melancólico. La historia de la humanidad es una historia de superación continua y de grandes esfuerzos por avanzar entre encrucijadas muy complejas y difíciles. Debemos mucho a los anteriores, a nosotros mismos y a los que nos sobrevivirán como para estar regodeándonos nostálgicamente en lo que estamos empezamos a perder.

En la Naturaleza todo cambia y a la vez todo es cíclico; parece que aún no lo entendemos. No existe la crisis continua; lo que desaparece puede aparecer en otro lado o de otra forma. El tiempo fluye, y casi siempre el encanto está en lo efímero. Pero dejemos ahora la filosofía.

A lo mejor hay que aparcar un tiempo las teorías, las ideologías y los prejuicios. La OCDE denuncia un aumento del nivel de desigualdad mundial en las últimas décadas debido a las fracturas en el mundo laboral. Estos días los políticos hablan de la refundación de Europa en términos financieros. Aparecen también los tecnócratas y los economistas. Pero, y ellos ¿dónde están?.