Editorial

Último aviso a Siria

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La Liga Árabe acordó ayer suspender a Siria como miembro de la organización si para el próximo martes no ha cancelado la brutal represión su gobierno ejerce contra la rebelión social en marcha. Se prevé la retirada de embajadores, sanciones económicas y políticas y, lo que es particularmente grave, la apertura de un diálogo con el 'Consejo Nacional Sirio' como genuino gobierno sirio en el exilio. Debe subrayarse la amplitud de la condena: 19 de 22 miembros la respaldaron, solo Líbano y Yemen se opusieron e Irak se abstuvo. Damasco paga así su cruel ceguera, su poca diligencia y nula sinceridad en aplicar el plan de pacificación presentado por la propia Liga Árabe y supuestamente aceptado «en su integridad». En puridad, lo sucedido no es una sorpresa porque el plan llegaba tarde y si es verdad que el régimen quería ganar tiempo y no actuaba de buena fe, no lo es menos que la revuelta, crecientemente convertida en una oposición armada animada por militares desertores, tampoco aceptaba ya nada que no fuera el fin del régimen. Así las cosas, el pronóstico es muy pesimista y es de prever un agravamiento de la crisis.