PINCHITO MORUNO

LA GRAN CARENCIA

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En cuanto ví lo de la reconstrucción virtual del Cádiz de 1812 me emocioné una jarta y pensé, de inmediato, en viajar en el tiempo que no sé si será tan divertido como viajar en un Comes. El hombre del siglo XXI tiene que ser abierto y mostrarse abierto a estas experiencias en la nube ya que las reales están tan joias.

Así que me fui al ropero real de la casa de mis padres y cogí un pantalón de los de mil rayas que había allí y que me estaba más apretao que el pantalón de un picao. Me puse una camiseta blanca de esas gorditas modelo churrero de la plaza y adapte a vistoso fajín, una especie de faja de color rojo que tenía mi primo de cuando cargaba en La Piedad. Mi primo se retiró de cargar desde que debajo de los pasos huele más a colonia que a sudor. Dice que se está perdiendo todo.

Para completar mi «adaptación al medio» le dije a mi madre que me dejara prestado un paño de cocina, de acuadrito, y a la camiseta le puse dos buenos manchotes en la pechera untándome con discreción pero con determinación dos tajas de pescadilla que tenía en un plato para meterlas en sobreusa. Me salió un lamparón aceitoso a la altura del pechito que estaba muy conseguido y en el sobrealto de la barriga quedó otro también muy lustroso al que para darle más realismo le pegué una espinita de pescada.

Lo confieso, uno de mis sueños de niño era estar de dependiente en un freidor del siglo XIX y quería hacerlo realidad.

Ataviado de dependiente de freidor y con la dificultad que conlleva andar con un pantalón una jartá apretao me fui hasta las oficinas del Bicentenario para pedir un billete de viaje virtual. Lógicamente pedí un descuento por ser de Cádi y al minuto allí estaba el coche caballo en la puerta para llevarme al siglo XIX. Fijaté que estaba conseguido el programa que el caballo se cagó por el camino y la peste virtual era auténtica, auténtica.

Llévame al freidor de la calle Veedor le dije al cochero, pero el tío ni volvió la cara. Me dije a ver si está en modo inglé y exclamé «Go to freidor» (quiero ir al freidor, aclararé para los que no estén puestos en inglé). Pero nada, y para colmo le sale en la espalda del cochero un mensaje que dice «freidor not found» y un menú de sitios donde podía ir.pero no había ni un freidor, ni un bar, más que monumentos, que jartura. Y le dije al tio, pero chiquillo como se puede hacer un menú sin bares, ni freidores. Por lo menos habría que haber programado el Lucero pa tomá café. Le di al stop y me quejé a la mushasha. Esto no puede ser la ciudad del XIX, señorita. Como va a existir Cádiz sin bares ni freidores.esto debe ser Cazalla.