LA PARCELITA

VIVAN LOS TOSANTOS

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De nuevo ha vuelto a suceder. En Cádiz, donde tenemos auténticas tradiciones de nuestros ancestros que ya querrían muchos para sí, hemos vuelto a sucumbir ante la invasión anglosajona del «Jalogüín» ese. Los que peinamos canas recordamos como antaño la noche antes de los Tosantos íbamos, con nuestros padres y nuestro pequeño canasto de mimbre al brazo, pertrechados de gorro, bufanda y guantes (porque en aquellos años ya hacía tela de frío) a ver a los pollos, a las gallinas y a los cerdos de los puestos disfrazados. Después de dar un paseo por la Plaza (que así es como se sigue conociendo aquí) nos llenaban los canastos de nueces y castañas y nos marchábamos a casa tan contentos.

Esa tradición que en algunos sectores, cada vez menos, seguimos defendiendo, se ve actualmente amenazada por esa horda de calabazas, brujas y muertos vivientes que nos siguen invadiendo. El culto a los muertos lo celebramos aquí el día 2 de noviembre y no lo hacemos en tono de sorna ni cachondeo, nuestros difuntos son, para nosotros, algo más serio, lo de los disfraces lo dejamos para el carnaval. Respeto todas las tradiciones y entiendo que si en Cádiz ahora hay muchos «erasmus» en esos días que celebren sus festejos como mejor les parezca pero eso no es óbice para que nos transformen las nuestras. Para mí, lo peor de esto y sobre todo lo que representa para el futuro, es que en los colegios, a nuestros pequeños poco a poco les vayan inculcando ese «Jalogüín» de la leche y cuando sean mayores, como nosotros ahora, ya tengan asimilado lo de los muertos y los zombies, con lo que los Tosantos pasaran a mejor vida. Puede que sea predicar en el desierto pero creo que, mientras pueda y me dejen, debo ser fiel a mis principios de gaditano e insistir en la defensa de nuestras tradiciones.