CARTAS A LA DIRECTORA

Complacencia

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No es posible complacer a todos. No es posible decir la verdad sin ofender a nadie. No responde a los cánones de la honestidad hablar de verdades a medias y de eludir realidades. El comunicado de ETA forma parte de esa liturgia falsa, mentirosa. La sociedad oficial, la que se encuentra situada en el palacio de lo políticamente correcto, ha señalado su satisfación por las palabras de unos individuos encapuchados y envueltos en hábitos funerarios. La hipocresía trata de imponerse en la sociedad. Todos sabemos que la banda asesina no tiene ninguna intención de retirarse, de rendirse, de abandonar su trabajo. Un trabajo basado en eliminar al semejante, en pegarle un tiro en la nuca, en colocar una bomba en los bajos de un coche o de hacerla explotar al paso de un automóvil en el que viajan los hombres pertenecientes a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Todo sigue igual nada ha cambiado.

Continuamos viviendo en una sociedad en libertad vigilada. Si no fuera cierto, las calles se hubieran llenado de manifestantes celebrando la derrota de ETA. Ha sido al contrario. Hemos visto cómo las calles se han llenado de gente complaciente con Bildu, Sortu y tal vez Batasuna. Tienen toda la legitimidad de expresar su alegría. Todo ello nos debería llevar a una reflexión. No hemos realizado el trabajo con la suficiente eficacia. La democracia sigue sin superar la asignatura pendiente. Erradicar las ideas que se convierten en terror, lo que significa recuperar la libertad.