Editorial

Sucesión de ajustes

Las propuestas de recortes deben exponerse con claridad y demostrar su viabilidad

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Los candidatos con opciones a la presidencia del Gobierno en los comicios del próximo 20 de noviembre, Rajoy y Rubalcaba, evitan hacer mención a los ajustes presupuestarios que deberá aplicar ineludiblemente quien llegue a la Moncloa, mientras los recortes de gasto acaparan las noticias sobre la actuación de todas las administraciones públicas. De nada sirve el ardid electoral de silenciar las intenciones propias imputándoselas al adversario o respondiendo con evasivas a cuanta pregunta se formule al respecto cuando resulta evidente que ningún ámbito institucional podrá librarse de aplicar severas correcciones respecto a la inercia que vienen dibujando las distintas cuentas públicas. El mensaje popular de que su propósito es impulsar reformas precisamente para evitar recortes constituye un argumento que decae por las urgencias que impone la situación. La promesa socialista de incrementar las pensiones y el sueldo de los funcionarios tiende a olvidarse de que, aun en el caso de que la Administración central logre contener su déficit, no podrá desentenderse de las dificultades por la que atraviesa el gasto social transferido a las comunidades autónomas o en manos de las instituciones locales. El compromiso de que no se tocarán los capítulos correspondientes a educación y sanidad se ha convertido en una consigna tan común como falaz, puesto que ninguna administración está cumpliendo con tan socorrido principio. De manera más explícita -como ocurre en Cataluña o en Castilla-La Mancha- o de forma callada todas las cuentas públicas están siendo podadas y sin duda tendrán que seguir ajustándose durante los próximos meses. El problema es que la ruidosa confrontación partidaria por un lado, la reservada actuación de quienes gestionan las distintas administraciones por otro y la imperiosidad de medidas que son aplicadas sin margen para la contestación está hurtando un debate de fondo sobre el resultado final al que puede conducir esta revisión de facto del estado social. Es el debate que deberían protagonizar Rubalcaba, Rajoy y los demás candidatos a las elecciones generales. Pero para ello tendrían que comenzar por exponer con claridad cuales son sus propuestas esforzándose en demostrar su viabilidad.